Toluca, México.- Para 2018 los gobiernos estatal y federal destinarán en territorio mexiquense al menos 372 millones de pesos para fortalecer las micro y pequeñas empresas, así como a los emprendedores, sin embargo, el cuento rosa del emprendimiento puede tornarse en pesadilla por factores tan simples como el estado civil del emprendor, sus dependientes económicos y el respaldo de alguna institución académica.
Factores que suelen convertir al emprendimiento en un salto al vacío, donde el microempresario se asemeja a un luchador social que contra viento y marea mantiene su proyecto en solitario, pues enfrente tiene más obstáculos como la alta mortandad de nuevas empresas, la complejidad fiscal y administrativa e incluso la corrupción que lo aleja de los apoyos oficiales.
Maricruz Venegas, quien se dedica al arte y diseño, indicó que siempre será un factor determinante el apoyo económico familiar o de alguna institución educativa y gubernamental, pues la pequeña empresa, como la suya, enfrenta diferentes “sacrificios”.
También cuestiona el exceso de trámites, sobre todo de índole fiscal.
“No accedemos a planes gubernamentales porque los requisitos no son viables para nosotros que somos pequeños productores, pero sí lo hemos intentado.
“No hemos encontrado apoyos reales por parte de las autoridades. El gobierno no permite plataformas para pequeños empresarios o personas independientes, si ya tienes algo establecido puedes acceder, de lo contrario siempre te costará un poco más de trabajo”, refirió.
A pesar de las “trabas” desea que la gente conozca sus productos e incluso puedan involucrarse un poco más en la parte cultural, “porque no todo es consumismo, sino que debe haber un gusto real por las cosas”.
LUCHA EMPRENDEDORA
Elizabeth Rafael González dirige la empresa cultural Oventik Artesanal MX, enfocada a la elaboración de joyería de alambre tejido y arcilla. Viene de la comunidad mazahua de Santa María del Llano en Ixtlahuaca.
Para ella el emprendimiento es una “lucha”, pues durante este tiempo ha vivido las complicaciones de los artesanos para adquirir sus materias primas, así como elaborar sus productos y venderlos.
Elizabeth explicó que su proyecto es sustentable, pues busca mejorar los procesos de manufactura de los artesanos y su respectiva comercialización, la cual inició en las calles.
“Mi obligación fue aprender cuestiones de técnica y estudiar más sobre mis raíces indígenas”, dijo.
Ella es de origen humilde, pues reconoce la falta de oportunidades en su pueblo natal, lo cual la obligó a emigrar en su juventud a la Ciudad de México.
LA CARABINA DE AMBROSIO
Sergio Figueroa, quien es microempresario en la industria de la tortilla, en los últimos años ha pretendido acceder a los apoyos en materia de emprendedurismo, sin embargo no lo ha logrado.
“Todo parecer indicar que necesitamos ser parte del sistema de gobierno para salir beneficiados o bien formar parte de la camarilla de amigos, porque quienes no estamos de acuerdo simplemente somos ignorados”.
Añadió que el programa de emprendedurismo de las autoridades y “La carabina de Ambrosio” son exactamente lo mismo, “por lo que preferimos realizar el procedimiento despacio y con recursos propios”.
Con tal de acceder a los recursos, comentó, tuvo que contratar a un consultor y elaborar un programa, “podemos decir que hemos participado, pero no tenemos el perfil para salir beneficiados, y ya me quedó claro que nunca vamos a calificar o simplemente nunca aprobarán nuestra propuesta”.
En el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Toluca, la mayoría de quienes desarrollan proyectos de emprendmiento cuentan con el apoyo financiero de sus padres, son solteros y la institución les proporciona el seguimiento adecuado.
De esta forma han surgido diversas propuestas, las cuales sobresalen por su visión social y de apoyo a determinados segmentos de la población, tal es el caso de Lenki (en inglés significa puente y aprendizaje).
Sus creadores son María Arévalo y Víctor Elizalde Díaz, quienes desarrollaron sistemas y metodologías para niños con alguna discapacidad.
El proyecto surgió cuando tomaron la clase de Diseño de Experiencias, como parte del plan de estudios de la licenciatura en Diseño Industrial (actualmente cursan el octavo semestre).
Para desarrollar el proyecto, la instrucción del profesor fue que se dirigieran a un Centro de Atención Múltiple (CAM) y “diseñarán algo” para facilitar el aprendizaje de niños sordos en español y matematicas.
De ahí, abundaron, nació la idea de elaborar un tablero de colores, elaborado con madera y acrílico, para que pudieran trabajar las oraciones, “ya que aunque se entienden con señas, la idea es que pudieran redactar de una mejor manera”.
Para este proyecto cuentan con el respaldo de sicólogas, agentes de ventas y pedagogas.
Por ahora no buscan apoyo económico y por el contrario esperan mejores resultados.
Otro caso de éxito es el de Alonso Marino, estudiante del sexto semestre de la licenciatura en Administración y Estrategias de Negocios en el ITESM.
Desde hace dos años buscó una alternativa para contribuir a reducir el preocupante problema de sobrepeso en México a través del proyecto Six Points, ya que actualmente en el contexto mundial nuestro país ocupa los primeros sitios en esta problemática.
“Pretendemos crear un sistema saludable, ayudando a cambiar los hábitos alimenticios, brindando para ello un plan nutricional”, explicó.
Dicho esquema opera con base a una aplicación móvil, es totalmente gratuita para el usuario y se encuentra disponible en Android.
“Los proyectos no deben quedarse en buenas ideas, sino que los jóvenes deben seguir sus sueños y generar negocios al interior del país”, aseguró.
