Tal vez los nombres de los galardonados con el premio Turing –considerado el Nobel de la computación– no resulten familiares, pero sus innovaciones han conectado nuestras vidas.
Hasta el 2020 había 70 personas destacadas que han ganado el premio desde 1966, pero únicamente hay tres mujeres, y la primera en ganar fue Frances Allen, ella fue quien allanó el camino para las aplicaciones eficientes y ultrarrápidas de hoy, y quien ayudó al hardware a comprender al software.
France Allen obtuvo el galardón en 2006 por sentar las bases para una ejecución paralela automática, en la cual grandes problemas informáticos se dividen en otros de menor dimensión y así se resuelven simultáneamente, se detalla en el artículo: ¿Por qué tan pocas mujeres han ganado el premio más importante en computación?, publicado en el portal Letras Libres de enero del 2020.
Las otras ganadoras fueron Barbara Liskov (2008) por sus avances en los lenguajes de programación y Shafi Goldwasser(2012) por abrir el camino a la ciencia de criptografía.
Pasaron 40 años antes de que a una mujer se le otorgara el Premio Turing. El primero fue entregado en 1966 y lo obtuvo Alan Perlis por su influencia en las áreas de técnicas de programación avanzadas y construcción de compiladores.
El trabajo de Allen se refleja en casi todos los sistemas de software que cualquier persona usa: cada aplicación, sitio web, videojuego o sistema de comunicación, cada computadora del gobierno o de un banco, dentro de un automóvil o de un avión, refiere el artículo: Frances Allen, la primera mujer que ganó el Nobel de la computación (y cómo ayudó a que tengas apps ultrarrápidas), publicado por la BBC News Mundo.
Allen nació el 4 de agosto de 1932 en el estado de Nueva York. Fue la mayor de seis hermanos, se crió en una granja sin electricidad ni agua corriente, pero eso no detuvo sus sueños, llegó a trabajar a IBM en 1989, donde se convirtió en la primera mujer IBM Fellow, el más alto honor otorgado a los principales ingenieros, científicos y programadores de la empresa.
Allen, quien murió en 2020, no solo es admirada en IBM por sus aportes científicos, sino también por ser una maestra, pero su aporte va más allá. Algunos creen que era una feminista en el mundo de la computación.