Guadalupe se alegró de que un cliente frecuente retornó esta mañana a pedir su corte de siempre. Es un buen augurio. La crisis económica que generó el Covid-19 ha cerrado todos los locales ubicados en la misma calle donde está su estética.
La peluquería luce vacía. Las sillas giratorias, lociones, peines y tijeras permanecen en cajoneras. Sólo el televisor encendido acompaña a Lupe en las pocas horas que mantiene abierto, porque sus compañeras optaron por no ir a trabajar y los clientes se esfumaron desde abril.
"Estamos como espantados joven", dice Guadalupe. A ella no le queda de otra más que abrir para poder pagar la parte de su renta. Eso y sacar para medio comer. Abre con miedo y zozobra de tener que pagar una multa estratosférica que en tiempos de Covid-19 es impagable.
"Abrimos, pero nos la jugamos para vivir, como se dice", expresa la trabajadora. En ese vaivén de abrir por ratos y volver a cerrar, siempre está alerta, por si llegan a cruzar las puertas de cristal del negocio los inspectores sanitarios.
Y es que las estéticas, junto con los spas, baños públicos, vapores, barberías, albercas públicas, peluquerías y gimnasios, entre muchos otros negocios, no fueron considerados como actividades esenciales por el gobierno estatal.
Tampoco se consideraron para que abrieran al iniciar "la nueva mormalidad" que dio a conocer el gobierno federal, pues sólo se abarcaron actividades industriales.
Por eso el temor de Guadalupe; un temor a las multas y al tener que cerrar de forma definitiva.
"En toda esta zona hay muchas estéticas abiertas, y yo pregunto: por qué sólo a nosotros nos han venido a advertir que nos van a multar", reprocha Guadalupe.
En cierta medida tiene razón, pues los operativos sanitarios se aplican al azar en los mercados y zonas comerciales de Toluca.
La estética de Guadalupe se ha mantenido más de 20 años sin cerrar. Ninguna crisis, sismo o la influenza de 2009 la cerraron. Pero el Covid-19 es "como una plaga", dice.
"Ahorita entre semana me llega un cliente y con eso me voy, le digo que los sábados sí llegan unos cuatro", asegura la estilista.
Guadalupe externa un semblante de zozobra frente al espejo que cubre las paredes de la estética. Busca una respuesta positiva sobre el Covid-19 del cliente solitario que llegó a pedir un corte. Quiere cerciorarse que en poco tiempo se podrá retornar a la normalidad, si es que existió.
"Pues que según ya estábamos en fase naranja, pero creo sólo en el valle de México (sic)", comenta con su cliente.
Prende el televisor durante las horas que mantiene abierto el local para saber si se da una buena noticia.
"Ya estoy ciscada con tanta mala noticia", repite Lupe.
Antes de iniciar el corte, Guadalupe pone alcohol en las manos a su cliente, ella hace lo mismo. Trae cubrebocas y guantes. Los 40 pesos que ganará del corte, ahora es toda una fortuna y debe cuidar a sus clientes.
"Estoy abriendo de diez a dos", dice. "Hoy me voy a ir con dos clientes, ya al menos es algo", agrega mientras pasa las tijeras sobre el cabello de su cliente.
Cifras
De acuerdo con datos del Consejo Coordinador Empresarial del Estado de México, entre marzo y mayo del presente año 58 mil 583 mexiquenses se quedaron sin un empleo formal.
Pero si se considera los empleados informales, como el de Guadalupe, la cifra en ese lapso podría ser hasta de 200 mil trabajos perdidos.
El Instituto Mexicano del Seguro Social informó que en marzo pasado, en la entidad había 1 millón 373 mil 904 trabajadores afiliados. Pero tan solo dos meses después, en mayo 37 mil 558 de esa cifra quedaron sin empleo formal.