/ domingo 7 de julio de 2019

Acreditan negligencia médica en el IMSS

El peritaje médico concluye que debe presentarse denuncia penal. La familia muestra preocupación porque la historia se repite, primero fue el esposo y ahora es la hermana

La Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CONAMED) concluyó que debe presentarse denuncia penal por la muerte de Ricardo Martínez Dávila, quien fue operado de apendicitis en el Hospital Regional de Zona número 251 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), cuando su padecimiento era una úlcera gástrica perforada.

Así lo dio a conocer su viuda, Guadalupe Velázquez Rueda, quien mostró su preocupación porque es la misma doctora, Tania "N" quien atendió a su esposo y ahora es la responsable de la atención a su hermana María de Lourdes Rueda, quien ingresó al mismo hospital el 10 de junio pasado a causa de un absceso en el intestino y sigue hospitalizada luego de cinco intervenciones quirúrgicas.

El caso de María de Lourdes Rueda empezó con inflación abdominal y dolor intenso, el 10 de junio , por lo que acudió al servicio de Urgencias de la Clínica 220, de donde fue trasladada al Hospital Regional 251, en donde permaneció tres días sólo con analgésicos y sin un diagnóstico preciso, pero sí varias hipótesis fue intervenida quirúrgicamente por un absceso en el lado izquierdo de la cavidad abdominal, refiere su hijo Nahd Velézquez Rueda.

El 14 de junio la doctora Tania "N" informó que en la operación, que duró más de cuatro horas y se realizó sin estudios previos, se drenó el absceso, que era producto de una perforación, la cual no se encontró; sin embargo, decidió cerrar la cavidad abdominal sin sellar la perforación.

A María de Lourdes la subieron al segundo piso en donde continúa con tratamiento, pero al no cerrar la perforación se generó una peritonitis, por lo que el día 18 se tuvo que realizar un estudio de colon por edema que requiere de introducir al intestino un medio de contraste que le generó mayor dolor y una inusual inflamación del abdomen, lo cual significa que el procedimiento causó una peritonitis química.

Esto obligó a los médicos a practicar una nueva cirugía denominada colostomía, que derivó en la disección de una parte del colon, en donde estaba la perforación, y la colocación de una bolsa externa para recolección de las heces fecales.

Además, posteriormente se le realizó un lavado quirúrgica porque la colostomía quedo “ombligada”, lo cual generó contaminación y se le practica una cuarta cirugía para “arreglar ese error”, pero no lo logran y el foco de infección permanece causando estragos en la salud de María de Lourdes.

Por ello, se anunció que le colocarían un sistema de drenaje por medio de esponjas, DrenoVac, pero tardaron siete días en hacerlo, pero al sistema le faltó el aparato de succión, ya que carecen de él, ante lo cual la familia ofreció adquirirlo con recursos propios y entregarlo al IMSS en forma de donación, pero la propuesta fue rechazada.

Nahd Velázquez también acuso la actitud de la doctora Tania "N", tanto con la paciente como con la familia, pues pasa de ser desdeñosa a condescendiente y a déspota, al grado de llegar a preguntarle si se trata de un tema personal, pero al que refiere “así trato a todos mis pacientes”.

Otro médico, el gastroenterólogo César Bautista, supuestamente el responsable del tratamiento de María de Lourdes, sólo va a verla de lunes a miércoles, jueves y viernes no va a piso y los fines de semana la atención queda en manos de residentes e internos, a pesar de que el IMSS tiene una plantilla de, al menos, 16 cirujanos.

También refiere incumplimiento a las indicaciones que por escrito dejan los médicos en el expediente y ejemplificó que el lunes 1° de julio, el doctor Bautista ordenó practicar una tomografia, ponerle un paquete globular y solicitar una interconsulta con Medicina Interna, que se les practicaron hasta que se habló, en torno enérgico, con uno de los jefe clínicos.

El caso de Ricardo Martínez Dávila

Por su parte, Guadalupe Velázquez Rueda, explicó que su esposo, Ricardo Martíez Dávila, llegó a la sala de Urgencias de la clínica 220 del IMSS el jueves 24 de enero, de donde fue trasladado el mismo día al Hospital Regional 251 con dos diagnósticos: infección de vías urinarias y apendicitis.

En el hospital sólo revisaron una hoja del expediente clínico y sin hacerle más estudios para confirmar el diagnóstico lo formaron en una fila de cuatro pacientes para ser operado del apéndice, pero es hasta el día siguiente por la noche que tienen para él turno en la sala quirúrgica a cargo de la doctora Tania "N", quien refiere que todo está bien y que de seguir como estable se iría a su casa al día siguiente.

Sin embargo, cuando lo subieron a piso y se le pasó el efecto de la anestesia, Ricardo refirió un dolor aún más intenso, el cual lo hizo gritar, por lo que le aplicaron más analgésico, pero en lugar de que se le quitara el dolor se hacía cada vez más fuerte.

Al día siguiente, sin que el paciente pudiera comer ni defecar, fue dado de alta y enviado a su casa el viernes 25, aunque previamente tendrían que quitarle la sonda Penrose, que drena la posible infección derivada del retiro del apéndice.

“Yo vi que el Penrose estaba limpiecito, pero al sacarlo de su abdomen mi esposo caso se vació de un líquido amarillento, le pregunté si eso era normal y me dijo que sí y eso de que tiene dolor no impide que camine, tiene que caminar y comer para que sus intestinos vuelvan a la normalidad; además, no puede respirar bien por la posición en la que está y que el dolor era por la manipulación”, dijo.

El sábado 26 tuvo que ser reingresado al Hospital 251 alrededor de las 15:00 horas, pero ahí le dieron tres paros cardiorespiratorios, de un lo pudieron sacar con maniobra manual, pero en los otros se tuvo que usar desfribilador, por lo que le practicaron un coma inducido y le colocaron un respirador, además de un catéter y sondas por todos lados.

La noche de ese mismo sábado lo operó un doctor que sólo trabaja los fines de semana y encontró que tenía líquido en el abdomen producto de que el estómago estaba perforado por una úlcera gástrica de un centímetro.

Sin embargo, el pronóstico era que debido a su gravedad podría fallecer en una horas, lo cual ocurrió hasta el 29 de enero pasado cuando presentó falla multiorgánica, de lo cual responsabiliza a la doctora Tania "N", porque después del fallecimiento de su esposo, María Guadalupe pidió el expediente y le dijeron que estaba perdido, por lo que luego amenizó con interponer una denuncia penal el documento apareció y en él no se refiere nada del apéndice, pero sí el hallazgo de líquido en la cavidad abdominal.

Por tratarse de una institución federal, María Guadalupe recurrió a la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CONAMED), en donde se realizaron los peritajes por especialistas, quienes concluyeron que si el apéndice no estaba inflamado no se le debió retirar, pero al percatarse de la presencia de líquido se debió haber practicado una cirugía exploradora para hallar el origen y repararlo, por lo que le recomendaron interponer la denuncia penal.

“Ya estamos viendo el tema de la denuncia penal y lo hado no porque espere la reparación por la muerte de mi esposo, a él ya no lo voy a recuperar, sino porque no es justo que los pacientes deban sufrir porque una doctora no realiza estudios para confirmar el diagnóstico y porque los jefes clínicos responden que 'ellos no meten las manos por ninguno de sus médicos porque la institución tampoco mete las manos por ellos', con eso sólo se lavan las manos unos y otros”, concluyó.


La Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CONAMED) concluyó que debe presentarse denuncia penal por la muerte de Ricardo Martínez Dávila, quien fue operado de apendicitis en el Hospital Regional de Zona número 251 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), cuando su padecimiento era una úlcera gástrica perforada.

Así lo dio a conocer su viuda, Guadalupe Velázquez Rueda, quien mostró su preocupación porque es la misma doctora, Tania "N" quien atendió a su esposo y ahora es la responsable de la atención a su hermana María de Lourdes Rueda, quien ingresó al mismo hospital el 10 de junio pasado a causa de un absceso en el intestino y sigue hospitalizada luego de cinco intervenciones quirúrgicas.

El caso de María de Lourdes Rueda empezó con inflación abdominal y dolor intenso, el 10 de junio , por lo que acudió al servicio de Urgencias de la Clínica 220, de donde fue trasladada al Hospital Regional 251, en donde permaneció tres días sólo con analgésicos y sin un diagnóstico preciso, pero sí varias hipótesis fue intervenida quirúrgicamente por un absceso en el lado izquierdo de la cavidad abdominal, refiere su hijo Nahd Velézquez Rueda.

El 14 de junio la doctora Tania "N" informó que en la operación, que duró más de cuatro horas y se realizó sin estudios previos, se drenó el absceso, que era producto de una perforación, la cual no se encontró; sin embargo, decidió cerrar la cavidad abdominal sin sellar la perforación.

A María de Lourdes la subieron al segundo piso en donde continúa con tratamiento, pero al no cerrar la perforación se generó una peritonitis, por lo que el día 18 se tuvo que realizar un estudio de colon por edema que requiere de introducir al intestino un medio de contraste que le generó mayor dolor y una inusual inflamación del abdomen, lo cual significa que el procedimiento causó una peritonitis química.

Esto obligó a los médicos a practicar una nueva cirugía denominada colostomía, que derivó en la disección de una parte del colon, en donde estaba la perforación, y la colocación de una bolsa externa para recolección de las heces fecales.

Además, posteriormente se le realizó un lavado quirúrgica porque la colostomía quedo “ombligada”, lo cual generó contaminación y se le practica una cuarta cirugía para “arreglar ese error”, pero no lo logran y el foco de infección permanece causando estragos en la salud de María de Lourdes.

Por ello, se anunció que le colocarían un sistema de drenaje por medio de esponjas, DrenoVac, pero tardaron siete días en hacerlo, pero al sistema le faltó el aparato de succión, ya que carecen de él, ante lo cual la familia ofreció adquirirlo con recursos propios y entregarlo al IMSS en forma de donación, pero la propuesta fue rechazada.

Nahd Velázquez también acuso la actitud de la doctora Tania "N", tanto con la paciente como con la familia, pues pasa de ser desdeñosa a condescendiente y a déspota, al grado de llegar a preguntarle si se trata de un tema personal, pero al que refiere “así trato a todos mis pacientes”.

Otro médico, el gastroenterólogo César Bautista, supuestamente el responsable del tratamiento de María de Lourdes, sólo va a verla de lunes a miércoles, jueves y viernes no va a piso y los fines de semana la atención queda en manos de residentes e internos, a pesar de que el IMSS tiene una plantilla de, al menos, 16 cirujanos.

También refiere incumplimiento a las indicaciones que por escrito dejan los médicos en el expediente y ejemplificó que el lunes 1° de julio, el doctor Bautista ordenó practicar una tomografia, ponerle un paquete globular y solicitar una interconsulta con Medicina Interna, que se les practicaron hasta que se habló, en torno enérgico, con uno de los jefe clínicos.

El caso de Ricardo Martínez Dávila

Por su parte, Guadalupe Velázquez Rueda, explicó que su esposo, Ricardo Martíez Dávila, llegó a la sala de Urgencias de la clínica 220 del IMSS el jueves 24 de enero, de donde fue trasladado el mismo día al Hospital Regional 251 con dos diagnósticos: infección de vías urinarias y apendicitis.

En el hospital sólo revisaron una hoja del expediente clínico y sin hacerle más estudios para confirmar el diagnóstico lo formaron en una fila de cuatro pacientes para ser operado del apéndice, pero es hasta el día siguiente por la noche que tienen para él turno en la sala quirúrgica a cargo de la doctora Tania "N", quien refiere que todo está bien y que de seguir como estable se iría a su casa al día siguiente.

Sin embargo, cuando lo subieron a piso y se le pasó el efecto de la anestesia, Ricardo refirió un dolor aún más intenso, el cual lo hizo gritar, por lo que le aplicaron más analgésico, pero en lugar de que se le quitara el dolor se hacía cada vez más fuerte.

Al día siguiente, sin que el paciente pudiera comer ni defecar, fue dado de alta y enviado a su casa el viernes 25, aunque previamente tendrían que quitarle la sonda Penrose, que drena la posible infección derivada del retiro del apéndice.

“Yo vi que el Penrose estaba limpiecito, pero al sacarlo de su abdomen mi esposo caso se vació de un líquido amarillento, le pregunté si eso era normal y me dijo que sí y eso de que tiene dolor no impide que camine, tiene que caminar y comer para que sus intestinos vuelvan a la normalidad; además, no puede respirar bien por la posición en la que está y que el dolor era por la manipulación”, dijo.

El sábado 26 tuvo que ser reingresado al Hospital 251 alrededor de las 15:00 horas, pero ahí le dieron tres paros cardiorespiratorios, de un lo pudieron sacar con maniobra manual, pero en los otros se tuvo que usar desfribilador, por lo que le practicaron un coma inducido y le colocaron un respirador, además de un catéter y sondas por todos lados.

La noche de ese mismo sábado lo operó un doctor que sólo trabaja los fines de semana y encontró que tenía líquido en el abdomen producto de que el estómago estaba perforado por una úlcera gástrica de un centímetro.

Sin embargo, el pronóstico era que debido a su gravedad podría fallecer en una horas, lo cual ocurrió hasta el 29 de enero pasado cuando presentó falla multiorgánica, de lo cual responsabiliza a la doctora Tania "N", porque después del fallecimiento de su esposo, María Guadalupe pidió el expediente y le dijeron que estaba perdido, por lo que luego amenizó con interponer una denuncia penal el documento apareció y en él no se refiere nada del apéndice, pero sí el hallazgo de líquido en la cavidad abdominal.

Por tratarse de una institución federal, María Guadalupe recurrió a la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CONAMED), en donde se realizaron los peritajes por especialistas, quienes concluyeron que si el apéndice no estaba inflamado no se le debió retirar, pero al percatarse de la presencia de líquido se debió haber practicado una cirugía exploradora para hallar el origen y repararlo, por lo que le recomendaron interponer la denuncia penal.

“Ya estamos viendo el tema de la denuncia penal y lo hado no porque espere la reparación por la muerte de mi esposo, a él ya no lo voy a recuperar, sino porque no es justo que los pacientes deban sufrir porque una doctora no realiza estudios para confirmar el diagnóstico y porque los jefes clínicos responden que 'ellos no meten las manos por ninguno de sus médicos porque la institución tampoco mete las manos por ellos', con eso sólo se lavan las manos unos y otros”, concluyó.


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