Durante la noche del lunes, Magdalena y Guillermo acudieron al panteón de San Lorenzo Coacalco, en Metepec, con la finalidad de arreglar las tumbas de sus seres queridos; sin embargo en esta ocasión no hubo una verbena, ni música ni velada.
Y es que aun cuando algunos gobiernos municipales sí permitieron las veladas en los panteones con motivo del Día de Muertos, entre ellos Metepec, casi ninguna familia acudió al cementerio de la comunidad para velar a sus difuntos, tal y como ocurría año con año previo al inicio de la pandemia de Covid-19.
El camposanto, en donde además está asentada la iglesia del pueblo, estaba en penumbras. No hay ninguna lámpara encendida debido al adeudo que se tiene con la Comisión Federal de Electricidad, situación que provocó que al sitio le fuera suspendido el servicio.
Algunas tumbas lucieron repletas de flores, pero muy pocas con veladoras o ceras, lo que encrudece todavía más la oscuridad.
"Qué triste se ve el panteón, las tumbas, todo oscuro. Algunas tienen flores pero luces casi no hay", expresa Don Guillermo, quien acudió a dejar flores para sus padres. "Al menos este año sí nos dejaron venir a dejarles sus florecitas y su luz, el año pasado ni eso", remata.
A las afueras del cementerio tampoco hay puestos de veladoras, ceras, flores, pan, garnacha y antónimos mexicanos, ni siquiera la presencia de una patrulla.
"Antes de que empezara la pandemia esto era todo un mercado. Había un montón de puestos porque la gente venía toda la noche a velar", recuerda la señora Magdalena, con sentimiento, añoranza y admiración.
Luego de escasos 20 minutos y una vez adornadas las tumbas que visitaron, la pareja de la tercera edad emprende su retiro, no sin antes encomendarse a sus seres queridos.
"Cuídennos mucho, cuiden a mis hijos y cuiden mucho a nuestra nieta también", exclama Don Guillermo previo a retirarse del sitio donde descansan los restos de su madre y padre, desde hace 24 años y 36 años, respectivamente.