Si bien, el voto electrónico representa un avance de la tecnología que aproxima la voluntad del ciudadano mexicano a ejercer su sufragio en donde quiera que se encuentre, la realidad es que deben implementarse “los candados” que sean necesarios, con el propósito de que no sea manipulado para favorecer a determinado candidato en las jornadas electorales.
Aunque no se sabe con precisión si dicho esquema podrá ser utilizado en los comicios del 1 de julio, la realidad es que el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) empezó a construir desde el 2016 la ruta para concretar dicho proyecto con un presupuesto de 180 millones de pesos.
Al respecto, el Centro de Investigación y Estudios Avanzados de Población (CIEAP) de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), ha venido analizando dicha posibilidad con el apoyo de profesores de otras universidades del país, como las de Oaxaca y Nayarit, estableciendo que cuenta con ventajas desde el punto de vista económico, pero podría correrse el riesgo de hackers informáticos.
Especialistas en el tema, como Eduardo Andrés Sandoval Forero, investigador de la máxima casa de estudios de la entidad, han advertido sobre la posibilidad de que el sufragio electrónico sirva para el robo de información e incluso de votos en las urnas.
Por lo anterior, se ha destacado la importancia de obligar a los gobiernos a adecuar sus normas jurídicas electorales en la implementación de sufragios electrónicos, lo cual representa ventajas a los migrantes nacionales e internacionales a ejercer sus derechos fundamentales subjetivos políticos de votar y ser votados, a través del sistema electrónico, con el uso de las Tics, redes sociales e internet.
En este sentido, Abel Gómez Gutiérrez, investigador de la Universidad Autónoma de Nayarit, sostuvo que los estudios sobre emigración mexicana y transnacionalismo se encuentran en una etapa de madurez en relación a la política y el desarrollo, como resultados de los procesos migratorios de México hacia el exterior, principalmente a Estados Unidos.
Señaló que la política mexicana ha alcanzado niveles de transnacionalización por la intensidad de relaciones visibles y documentadas entre la “inercia política mexicana” y los migrantes mexicanos en el exterior.