Toluca, México.- El vocho de don Ignacio Verduzco es casi una extensión de su vida. Al que ha modificado al grado de convertirlo en una cantina andante y un museo que ha transitado por todo el país.
En el costado izquierdo, sobre la carrocería de la puerta trasera, cuelgan dos llaves, una para el whisky y otra para el tequila. Es un invento del toluqueño, que causa admiración por todos lados.
¿Usted lo inventó?
“Sí, para divertirme, para no hacerme más viejo”, contesta sonriente el coleccionista.
Su amor por los vochos, desde hace tres años, lo hizo a armar con infinidad de accesorios su nave, desde el volante, armado con piezas de metal, sus protectores de ventanillas y el motor.
Aunque lo más atractivo de su vieja unidad, es el sistema que inventó para abastecerse de alcohol en sus viajes largos por los caminos de México.
“Son dos tanques, cada uno de un litro, están debajo del asiento trasero y se alimentan a las llaves con una manguera”, explica el también mecánico toluqueño.
Previo a jubilarse, Ignacio era un gerente en una empresa automotriz, de ahí nació su amor por los automotores, y especialmente en los de marca Volkswagen.
“Cuando me jubilé no quise quedarme sin hacer nada y hacerme viejo, y me ocupé en remodelar vehículos”, recuerda sentado en el asiento de su vochito.
Explica que hace tres años adquirió su vehículo, que parecía normal, con pintura reluciente y buena carrocería. Pero él lo mejoró, aunque en eso tuvo que pulir del todo la pintura para darle el efectivo de oxidado.
Cada vez que estaciona su vocho a las afueras de su taller conocido como “La Cochera de Verduzco”, ubicado en la calle Ignacio López Rayón esquina con Venustiano Carranza, los curiosos no le hacen falta. Vienen las fotos y las admiraciones.
“Le puse el volante, un revistero, todo el sonido, le modifiqué el motor, le puse valvulotas grandes, las cabezas las modifiqué, le puse sus moscas y la canastilla”, enlista don Ignacio Verduzco.
Sobre el toldo del vocho, instaló una canastilla vieja, que traslada aún cosas más viejas, como un triciclo y un maletero, mientras que en la defensa trasera le colgó una jaula con loro de artificio.
Su ingenio en la remodelación y reconstrucción de sus vehículos le han dado trofeos y reconocimientos en los concursos conocidos como “ratas rodadoras”, en la que él compite.
“Tengo mis trofeos guardados por las remodelaciones”, presume el mecánico.
Con su bocho a recorrido grandes distancias, desde Aguascalientes y Zacatecas al norte del país.
¿Y cada cuándo llena los tanques?
“Depende, cada vez que me da sed”, responde con su sonrisa franca, mientras suena su claxon.
Para tomar en cuenta
Más de 20 accesorios tiene su vocho
2 tanques para alcohol le instaló
Más de 3 mil kilómetros ha viajado con el vocho