La violencia intrafamiliar es una problemática que carcome a la sociedad mexicana a pasos agigantados pues, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2017 al menos siete de cada 10 mujeres en la república han sufrido algún tipo agresión. Aunado a esto, 33 de cada 100 mujeres solteras de entre 15 y 54 años cuentan con al menos un hijo.
En consecuencia, los albergues para víctimas de violencia y las estancias infantiles promovidas por Sedesol son de vital importancia para este sector. Mientras que uno representa una salida al núcleo donde fueron agredidas otro es un apoyo para reconstruir poco a poco la vida integra que en algún momento se les negó.
Por tal motivo, este 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, será de incertidumbre para las víctimas de violencia familiar en México debido a la decisión del gobierno federal de reducir el presupuesto para la operación de los albergues y estancias que son el pilar fundamental para la mejora de la calidad de vida de miles de niños, mujeres y hombres en el país.
Mujeres mexiquenses dan su testimonio tras haber escapado de la muerte debido a la violencia que enfrentaron entre quienes estaban obligados de cuidarlas, protegerlas, amarlas y apoyarlas, ya sea como sus hijas, hermanas o compañeras de vida.
“Cuando una mujer sufre violencia por parte de su pareja el miedo la paraliza, te impide pensar, razonar, aceptar los consejos que te dan quienes saben lo que sufres, porque generalmente lo guardas en secreto, no sé si por miedo o vergüenza, pero cuando tomas la decisión de parar ese daño buscas un lugar para que no te encuentre porque sabes que tu vida y la de tus hijos está en sus manos”.
Así lo manifestó María del Carmen, procedente de un albergue para mujeres víctimas de violencia en otro estado de la república; llegó a Toluca hace menos de tres años en busca de una vida donde no hubieran gritos, insultos, golpes y amenazas constantes, tanto a su vida como a la de sus hijos.
“Esa es la cruz que nos tocó, sufrir los golpes”, fueron las palabras que vinieron a su mente tras el primer golpe recibido.
“Sentí un miedo terrible, pero no había nada que hacer, me fui a vivir a otro pueblo, estaba lejos de mi familia y ellos no aceptarían que dejara a mi marido, me casé por la Iglesia y eso es para toda la vida, así que me aguanté hasta que un día cuando ya tenía a mis dos hijos, intentó matar con un cuchillo a mi bebé para castigarme".
Entonces me decidí, fui a buscar ayuda y me llevaron a un albergue donde luego de varios meses con terapia de psicólogo, asesoría legal y capacitación para el trabajo, una asociación civil me ofreció empleo en una fábrica en Toluca, yo acepté porque aquí no tengo conocidos de mi pueblo y vivo tranquila.”concluyó.
Luna María, una madre soltera de 20 años de edad, quien no tiene padres y vive con una tía que le brinda un espacio para ella y su hija de 19 meses de edad, hoy se dice desesperada pues no tiene quién cuide a su pequeña para trabajar, ya que desde principios de febrero la estancia infantil donde estaba inscrita le cerró las puertas.
“Las maestras me dijeron que el gobierno federal les quitó el apoyo económico que les daba para que personas como yo, con ingresos mínimos, tuviéramos donde dejar a nuestros hijos para ir a trabajar y que tendrían que aumentar las cuotas a mil 900 pesos mensuales, cuando antes sólo pagaba 800 pesos, imagínese si con mi sueldo apenas me alcanzaba para eso y pañales de la niña”.
Su tía, empleada a la que aún le faltan varios años para alcanzar su jubilación, tampoco gana un sueldo suficiente para apoyarla económicamente y en su trabajo, un establecimiento de venta de celulares y accesorios, no puede tener a su hija por lo que los propietarios le pidieron que renunciara.
Debido a esto y a sugerencia de una clienta, prepara tortas y sandwiches y los vende en una escuela durante la hora de entrada de alumnos, sin embargo su ganancia apenas cubre los alimentos de la infante, en consecuencia a través de redes sociales le ha pedido al presidente, Andrés Manuel López Obrador, que piense si le quitaría el apoyo a la única estancia infantil donde una hija suya -si la tuviera- pudiera dejar a su nieta segura para irse a trabajar.
En Cuautitlán Izcalli, fueron entrevistadas asistentes a un evento donde se entregaron tarjetas del programa estatal Salario Rosa Familias Fuertes, quienes dieron a conocer su opinión respecto a la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de recortar los recursos para los albergues y las estancias infantiles.
“Aguantar por los hijos, intentar encubrirlo por vergüenza, no creerse nadie...” son algunos de los pensamientos que pasan por la cabeza de mujeres que día a día son más conscientes que pueden y deben vivir luego de haber roto el círculo de la violencia familiar.
“Yo era la que le tenía que pedir perdón cuando me pegaba porque decía que me portaba mal y tenía que pegar. Pero al llegar a uno de los albergues, donde estuve 6 meses y traté de suicidarme, me di cuenta que si hay alternativas de vida”, afirma Ana, y señala que en estos sitios -que están a punto de desaparecer por falta de dinero para operarlos-, se han salvado vidas de mujeres que ya no encontraban el camino para poder salir adelante.
Por eso es importante que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, reconsidere su postura respecto a las mujeres violentadas que viven en los albergues con sus hijos.
Carmelita es madre soltera que trabaja en un restaurante de las siete de la mañana hasta las 5 de la tarde, y no tiene familia quien le cuide a su bebé de apenas un año de edad.
Las guarderías de Sedesol eran la única oportunidad de las madres con hijos pequeños para acceder o permanecer en el mercado laboral.
“Tras el cierre de la guardería, ahora mi hijo tiene que estar rodando de casa en casa de los vecinos, para que pueda salir a trabajar y muchas veces lo encontré maltratado y sin comer”.
Las madres trabajadoras y padres solteros de niños menores enfrentan una problemática en su búsqueda de opciones de empleo ante la responsabilidad del cuidado de sus hijos.
Esta situación, aunada a las dificultades para pagar y acceder a una escasa oferta existente, lleva a muchas madres y padres solos a dejar a sus hijos en condiciones precarias ante la necesidad de salir a laborar.