Almoloya de Juárez, México.- Diana y Alejandro migraron hace un año de La Estanzuela en el municipio de Temascalcingo para ofertar sus alfarería. Aunque en realidad fue más por la pobreza que acarrea a los artesanos como ellos a dejar sus hogares.
El hambre es más difícil de moldear, expresa Alejandro, que siempre luce sus ropas llenas de pintura y sus manos negras por la tierra.
“Ya tiene un año que nos venimos para acá, solo regresamos para surtirnos, pero aquí ya es nuestra casa”, comenta Diana, esposa de Alejandro.
Al igual que otro grupo de familias, duermen y viven en techos improvisados con hules y tejabanes a lo largo de la carretera Toluca-Ixtlahuaca, a un kilómetro del penal federal del Altiplano. Una zona poco turística, donde es más común que pasen camionetas de militares que viajeros.
Pero es la zona donde se han establecido para probar fortuna.
Aquí rentamos este terrenito y levantamos un cuartito para dormirnos, pero no hay donde bañarse y cocinar
Alejandro es alfarero desde niño, aprendió todo de su arte de manos de su padre, como la gran mayoría en La Estanzuela. Aunque su arte es por demás brillante, los alfareros apenas sacan para subsistir.
“Todo lo producimos nosotros y lo damos a precio bajo porque no lo compran más caro”, lamenta Alejandro.