Toluca, México.- A mitad de un pasillo oscuro que se ilumina de vez en vez con una luz tenue que no disipa ese frío seco de la morgue, habitan durante un mes los cuerpos pálidos sin nombre, algunos de jovencitas: las hay ultrajadas, degolladas, asfixiadas y de muertes extrañas, producto de la violencia e inseguridad; apilados sólo por número de registro. No más tiempo del mes. Luego son depositados en la fosa común de un viejo panteón, como lo marca el protocolo de las fiscalías en el país.
Beatriz Alondra (20 años), Fátima (12 años) y Valeria (11 años) tuvieron ese primer destino en su momento, por única fortuna, no fueron víctimas en la lista de las “sin nombre”, pero sí de la violencia de un feminicidio.
Definición de violencia
[La violencia es una acción ejercida por una o varias personas en donde se somete de manera intencional al maltrato, presión, sufrimiento, manipulación u otra acción que atente contra la integridad tanto físico como psicológica y moral de cualquier persona o grupo de personas.
Las consecuencias de la violencia contra la mujer pueden ser mortales; una forma es el homicidio intencional, como el feminicidio.
En julio de 2015 los integrantes del Sistema Nacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, aprobó la emisión de la alerta de género para 11 municipios del Estado de México; la medida venía con el preludio del nivel de inseguridad y violencia contra las mujeres en la entidad.
Los municipios incluidos en la alerta fueron: Ecatepec, Nezahualcóyotl, Tlalnepantla, Toluca, Chimalhuacán, Naucalpan, Tultitlán, Ixtapaluca, Valle de Chalco, Cuautitlán Izcalli y Chalco.
La alerta se activó con un número desconocido de feminicidios y de casos que pudieran ser tipificados como ese delito.
Beatriz Alondra, el cuerpo en el río
La ficha de Beatriz Alondra sobre su desaparición detallaba que se buscaba a una jovencita de 1.68 metros, complexión delgada, tez morena clara, ojos grandes café oscuro, labios carnosos y cabello castaño. Ese día 15 de enero del 2016 vestía botas tipo militar, chamarra azul y pantalón de mezclilla.
Dos días después de difundirse esas señas, Alondra fue hallada al fondo del río de San Cristóbal Tecolit, en Zinacantepec: Sin la chamarra azul y con el pantalón de mezclilla a medio poner.
Los habitantes ese día, 17 de enero, casi cayendo la tarde alertaron: -¡Ay Dios mío, es una muchacha! –y corrió el alboroto en San Cristóbal. Se Trataba de la joven de 20 años que había desaparecido dos días antes frente a una estética en la colonia Morelos de Toluca, originaria de San Felipe Tlalmimilolpan.
A un año y cinco meses, no se ha resuelto su caso, ni de su victimario se tienen pistas, sólo se ha revelado en parte de su historia que estaba en la preparación de una fiesta de cumpleaños, que sus amigos y compañeros de clase de la escuela la despidieron en el panteón, donde descansas sus restos. También que su familia se fue del pueblo y que su caso fue uno de otros más que se habían reportado por esos días en San Felipe.
Fátima, a la niña que le destrozaron el cuerpo y el alma
El día que asesinaron a Fátima, había salido de la secundaria a las dos de la tarde, pero 45 minutos después se encontró con la muerte, en esa brecha que subía a diario desde la carretera Toluca-Naucalpan hasta su casa en La Lupita Casas Viejas de Huitzitzilapan, Lerma, donde fue hallada sin vida horas más tarde. Una muerte brutal que a dos años y cuatro meses, su familia aún no puede describir sin soltar en llanto.
-¡Es un feminicidio! ¡Mató a una niña de doce años y ocho meses, la destrozó él (José Juan), Luis Ángel y Misael, los tres mataron a mi hija! -exclamó Lorena Gutiérrez Rangel, madre de la menor, aún sin poder contener el coraje que lleva en el corazón desde el 5 de febrero del 2015 en que le arrebataron a su hija.
Su madre ya no cree en las amenazas de muerte de los homicidas de Fátima, las burla porque sabe que no hay más que perder.
Habla sin temor: "Ayer dejaron libre a uno de los tres homicidas de mi hija, se llama José Juan Hernández, la jueza así nada más como así lo dejó libre".
El pasado jueves 8 de junio del 2017, en los juzgados de Lerma, una jueza resolvió dejar en libertad a uno de los tres sospechosos del feminicidio de Fátima, por un supuesto video que usó para respaldar que ese día estaba en otro lado. Prueba que contradice a todo un pueblo que ese día lo quiso linchar minutos después del homicidio.
Valeria, la pequeña que nunca llegó a casa
El día que Valeria fue asesinada, fue también el mismo en que el homicida de Fátima salió libre: Coincidencia escalofriante de dos casos distintos separados por el tiempo y que se juntaron en el sendero de la violencia.
Valeria había tomado una combi de la Ruta 40 la tarde de ese día 8 de junio en la colonia Benito Juárez de Nezahualcóyotl, donde la encontraron muerta. Unas tres horas antes, a unos 130 de distancia en los juzgados de Lerma, una jueza le daba la libertad al agresor de otra niña como ella (Fátima).
En el asiento del copiloto, con su uniforme a medio poner del sexto año y que usaba a diario, con señas de haber sido violada, así se encontró su cuerpecillo el día 9 de junio.
Las tres jovencitas fueron abandonadas en la vía pública, en escenarios distintos: Alondra al fondo de un riachuelo de aguas negras, Fátima a mitad de un terreno baldío detrás de la casa de sus agresores y Valeria, a bordo de esa combi a donde sus propios padres la habían subido.