La depresión en adultos mayores no sólo se visualizó con la pandemia sino además provocó un aumento de este síndrome en este sector de la población provocado por el aislamiento, miedo, que se suman a la funcionalidad por envejecimiento y la falta de actividades recreativas, señaló Enid Asvany Guzmán Caballero, gerontóloga e investigadora de la facultad de Enfermería y Obstetricia de la UAEM.
La también catedrática de esta facultad explicó que derivado de la pandemia por Covid-19 se pudo visibilizar la depresión que se forma por un conjunto de síntomas y signos que en su conjunto afectan de forma no sólo individual sino familiar de la persona que lo padece.
En el caso de adultos mayores, mencionó, tuvo que ver con el aislamiento derivado de una preocupación adicional, pues no sólo era el aislamiento sino la soledad dentro de la casa donde el familiar con la excusa de cuidar y seguir las medida de sana distancia, aisló a los abuelitos y se les ignoró.
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Obviamente, subrayó, esto repercutió en el estado mental y con ello la depresión que es un trastorno grave del estado mental en donde se conjugan algunos síntomas en el estado de animo, como tristeza, ansiedad, estrés y en casos extremos pensamientos de suicidio.
En este tema, Enid Asvany Guzmán indicó la especialista, también influye el proceso normal del envejecimiento y la disminución no sólo en la actividad física, sino de otras actividades recreativas como la interacción con otras personas en talleres como yoga, baile u otras.
“Muchos adultos mayores dejaron de tener interés por actividades recreativas y básica, pues hubo tristeza, desesperanza y hasta pensamiento de muerte en adultos mayores, de tal suerte que la depresión en este sector ha ido en aumento por la vida vacía además de la perdida de la funcionalidad propia del envejecimiento”, añadió.
Ante esta situación la licenciada en gerontología recomendó primeramente a la familia o cuidadores de adultos mayores, identificar las señales de depresión como alteración del sueño, cansancio, falta de energía, apetito, ansiedad, sentimientos de inutilidad, entre otras.
“Si se identifican algunos de estos síntomas lo primero que se debe hacer es programar una consulta con un médico general o con un gerontólogo para detectar mediante exámenes físicos y análisis de laboratorio algunas afectaciones clínicas que pudieran ser la causa real de esta depresión, pues hay enfermedades propias a nivel funcional que afectan al cerebro que es donde se genera ese neuro-trasmisor llamado serotonina que regula emociones y se ve reflejado en la depresión”, aseveró.
Una vez que se descarta esta posibilidad y por lo mismo un tratamiento farmacológico para enfrentarla, refirió Guzmán Caballero que el segundo paso es recurrir a la psicoterapia, es decir, buscar el apoyo de un psicólogo.
Sin embargo, subrayó que también es de mucha ayuda el que los adultos mayores acudan a un centro social para realizar actividades recreativas y sociales como baile, natación, tai-chi, u otras.
“En ocasiones se dice que la depresión no se previene, pero si se puede a través de estilos saludables como sana alimentación, actividad física, dormir bien, interactuar con otro tipo de personas y tener acompañamiento gerontológico”, asentó.
Y es que, finalizó, los talleres de danza, tejido, artes plásticas, pero también el ejercicio físico, les permiten a estas personas sentirse funcionales y esto se convierte en una herramienta muy efectiva para combatir la depresión.