El matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer, ese es el plan de Dios y ninguna persona es Dios para cambiarlo; sin embargo, aquellas personas que tienen tendencias contrarias no deben ser despreciados ni ofendidos, así lo señaló el cardenal y obispo emérito de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel.
Luego de que diputados mexiquenses aprobaron en comisiones los matrimonios entre personas del mismo sexo, la autoridad eclesiástica explicó que respetan la decisión.
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“No promovemos el odio y la discriminación hacia las personas homosexuales, pero dejamos muy en claro el plan de Dios. Y no somos dioses para cambiar ese plan”, mencionó el obispo emérito de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas.
Ante ello, refirió que también Dios invita a evitar el desprecio y ofensa a quienes tienen tendencias contrarias al plan de Dios y la homosexualidad, según el catecismo de la iglesia católica, son relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo.
La misma Sagrada Escritura, dijo, presenta estas relaciones como depravaciones graves y ha declarado que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados, contrarios a la ley natural y cierran el acto sexual al don de vida, por tanto no pueden recibir aprobación en ningún caso.
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Ante este tipo de leyes aprobadas en la legislación del Estado de México que van en contra del plan de Dios, aseguró que de acuerdo a la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, la iglesia católica autoriza compartir sus creencias basadas en la Biblia, Código y Derecho Canónico y el mismo Catecismo de la Iglesia.
“Esta ley por tanto autoriza lo que a proclama y lo que sostiene la fe inspirada en la palabra de Dios que no esta sujeta a modas y presiones. No vamos a promover el odio y la discriminación pero dejamos claro el plan de Dios”, aseveró Arizmendi Esquivel.
En este sentido, hizo un llamado a los legisladores mexiquenses para que sepan discernir lo más acorde a la dignidad humana de todos los ciudadanos, de cualquier tendencia pero también a educar para respetar diferencias y no caer en la ofensa, es decir, evitar “destruirnos unos a otros”.