Es el último domingo del mes de julio. La Virgen del Carmen, sale a su recorrido anual para cerrar sus festejos. El altar monumental es cargado por una docena de feligreses, que resisten un recorrido de casi dos horas.
Las calles aledañas a la iglesia del Carmen, se llenó de creyentes que provienen de todo el municipio. La imagen es la más venerada por sus milagros.
Durante todo el camino se sueltan lluvias de flores que caen desde las ventanas de e las casas. También las porras no dejan de entonarse. El sol que cae de lleno, se apacigua con el agua bendita que arroja un sacerdote.
"¡Viva nuestra santísima madre!", Imploran desde el tumulto.
En cada parada los fieles le adulan a su manera. En una esquina suenan las mañanitas al ritmo de una marimba, en otras con el compás de la guitarra y la rondalla.
La fe tiene diferentes formas.
"Desde que estaba chico me vengo a la caminata sin zapatos, es una tradición en mi familia", explica Ángel. Entre los cientos de pies, él camina descalzo. Se lo prometió desde niño a la Virgen.
"Soy de San Pablo Autopan, desde allá me vengo descalzo" dice Ángel. Carga una mochila con sus zapatos y ungüentos para lavarse los pies al final de la jornada.
Entre el mismo viaje don Jesús no deja de cantar y rezar. Camina con un bastón en forma de caballito y expuesto al duro sol sin una gorra o sombrero.
"No importa el calor, yo vengo a acompañar a mi virgencita", apunta el hombre de 85 años.
La caravana se detiene frente al mercado 16 de Septiembre, donde rezan un par de rosarios y el padre echa la bendición.
El peregrinar continúa por la calle de Manuel Gómez Pedraza para dar vuelta en la calle Vicente Suárez y seguir por Santos Degollado para retornar al santuario.
Desde lo alto, la Virgen del Carmen luce preciosa. Le adornan su altar crisantemos y sobretodo rosas rojas, amarillas y blancas.
La cargan sobre sus espaldas 20 hombres, que se cambian a mitad de camino por otro número igual.
El peso supera los 300 kilos, pero los voluntarios no refutan.
La caminata la encabezan las escaramuzas, le siguen los moros y las diferentes órdenes religiosas con los mayordomos.
A lo largo se forma un acordonamiento de manos y lazos que dirigen la fe de los toluqueños que salieron este domingo a festejar por último día su patrona.