La peregrinación de choferes que llegan al templo del Ranchito regreso este año. Hace dos que no adornaban sus unidades y le festejaban a la guadalupana por los buenos "milagros", dicen don Rodolfo, un devoto de Santiago Tlacotepec.
"Hay mucho que agradecerle, por la salud, por el trabajo, por sacarnos adelante", expresa el chofer.
A las 12:00 horas estuvo programada la misa en el Ranchito, pero ellos llegaron desde las 11:00 horas, estacionaron sus camiones en las calles aledañas y bajaron sus imágenes de la Virgen de Guadalupe para escuchar la misa.
Le escarcha de colores y tapizaron de globos sus unidades para llevarlas al recorrido, a la peregrinación que sale de la base de Santiago Tlacotepec y San Juan Tilapia y llega hasta la iglesia del Ranchito.
"Desde que nací soy devoto de la virgen, y hay que agradecerle", explica Óscar, otros de los operadores que llegaron a la misa.
A los camiones se montan las familias con sus imágenes de la virgen. Cada quien con su historia de milagros que le atribuyen a sus pequeñas estatuillas.
"Me ha hecho muchos milagros, lo primero es que le da trabajo a mi esposo con su camión", aseguro Aurora.
Y a la Virgen los camioneros de la empresa Triángulo Rojo le son muy agradecidos, la llevan en su defensa como si fuera su amuleto, o como si fuera quien los defiende de la selva de asfalto que circulan a diario.
"En esta chamba uno está en riesgo todos los días, por eso hay que encomendarse a la virgencita, yo la pongo aquí en su altar y la traigo conmigo en todo el camino desde que salgo, hasta que llego a tu pobre casa", dice Óscar.
En su recorrido desde la iglesia del Ranchito, los peregrinos en camión, van haciendo paradas para ir regalando pelotas y dulces.
A bordo, entre los asientos llevan bolsas jumbo con los juguetes que entre todos compran y van aventando a los transeúntes. Se trata de una tradición que hacen cada año, explican.
En especial se detienen frente al hospital del Niño, ubicado en Paseo Colón, donde está el campamento de familias que esperan a sus hijos enfermos.
Los operadores y sus familias allí vacían sus bolsas, quizás intentando aminorar el dolor y la espera por buenas noticias de las familias.
"Así se hace porque la virgen quiere que seamos solidarios y más con estas familias que lo necesitan", dice Rosa.
A la llegada en Santiago Tlacotepec y San Juan Tilapa, los choferes llegan a convivir. Llegan a servir comida a los vecinos y compartir el pan y la sal, como les dijo el sacerdote durante la misa. Y así cumplen la tradición de su fe.