Ocoyoacac, México.- Con la cruz de custodia, una breve oración antes de comenzar las labores del día, el arnés de seguridad que se colocan, pero sobre todo nervios de acero para las alturas, los albañiles de las obras del Tren Interurbano hacen su chamba a diario.
Desde lo más sencillo como amarrar trabes de acero, requiere de experiencia y mucha resistencia física en obras grandes, según explica don Jesús Martínez, un oficial de fierreros.
“Ya para nosotros es normal, esto es la chamba de todos los días, andar en lo más alto, pero hay que tener cayo y usar siempre tu herramienta y equipo de seguridad”, revela el albañil.
Para constructores como ellos, que trabajan en grandes obras, la altura mínima en ascender es de 16 metros, ya sea para amarrar las varillas de las trabes o colocar las tarimas que se usarán para colar las bases.
Mientras que las estructuras de acero con los que maniobran llegan a pesar hasta 120 kilos.
“Estas son varillas de acero que sirven para hacer las zapatas, y pesan hasta 120 kilos, nueve piezas alcanzan una tonelada, reveló Julio Ibarra, quien se hizo albañil desde los 14 años, empezó de chalancito.
Rogelio, otro de los fierreros de la obra, recordó que las caídas en el trabajo son muy comunes, por lo que siempre usa su arnés para alturas mayores a cinco metros.
“Te pones siempre arnés para no caerte después de los cinco metros, porque hay que cuidarse, yo tengo poco tiempo en esto pero sé que es peligroso, no me ha tocado pero si he visto caerse a varios compañeros”, mencionó el trabajador.
En su chamba los alarifes realizan por día al menos 2 mil amarres con alambre, por lo que además de pegarle al peligro se debe tener mucha resistencia y fuerza en las manos para soportar la ruda labor.
Macario, un chalán de carpintero, comenta que en su caso le toca arrimar los polines, tablas clavos y alambre a quienes elevan las tarimas que rodean las bases de acero que sirven de columnas para la obra.
“La chamba es ruda, es cansado, las manos las tienes llenas de cayos pero siempre debes de mostrar ganas de trabajar, hay unos que no aguantan y se van a los tres días”, presume el ayudante.
La labor del día entre las alturas se hace menos con una amena platica y por su puesto aprovechar para lanzar un chiflido a las mujeres que pasan, bromean los alarifes entre risas.
Y si se trabaja en construcciones como ellos, su recomendación es tomar en cuenta el usar siempre casco, arnés fijo a la cintura, fijarse en donde se pisa y asegurarse que el andamio esté bien armado.
En la celebración de la Santa Cruz, los alarifes aprovecharon parte del día para convivir comprar un pollo asado e incluso tomarse unos tragos entre los amigos.
La tradición de bendecir la cruz
De acuerdo con la tradición católica, el Día de la Santa Cruz, es la celebración a la cruz de Jesús y al hallazgo de esa reliquia ocurrido en el año 326.
En México la tradición se adaptó mediante el proceso de aculturación y el sincretismo religioso, por lo que los albañiles lo tomaron como el día de su festejo.
Los constructores celebran en el lugar de su obra con una comida, y pintan su cruz, a la que le cuelgan un listón y flores previo a llevar a bendecir durante la misa que se celebra este día.
Su simbología radica en que la cruz hace más resistente a la obra y permite que se termine sin contratiempos e incidentes.