Los días de convivencia virtual se acabaron para Jami y Regina; lo aplauden y festejan. Porque aunque son una generación digital, la pandemia de Covid-19 les quitó los recreos y las risas en clases.
En próximas semanas podrían regresar a su aula y verse después de 14 meses. Sería como celebrar un fin de cursos o un cumpleaños, expresan ambas pequeñas, con quienes platicamos de forma virtual.
“Qué bueno que ya se acabó la cuarentena”, expresa Regina para referirse a las clases a distancia.
Ambas pequeñas viven en Ecatepec y hasta el año pasado acudían a la misma primaria. Por lo ancho del municipio y lo peligroso del contagio, no fue posible seguirse viendo. Debieron continuar con su amistad vía chat y los juegos virtuales.
La pandemia aceleró en 14 meses un apego y eficiencia digital para la educación, que debería demorar varios años. Al menos se estimaba que las tics fueran la modalidad global en el país hasta después de una década. Y resultó un caos.
Porque en un país como México forzó a las familias a adquirir tablets, contratar internet y adaptar apps a la rutina diaria de clases y tareas. Y aun así, a Regina y Jami, una generación que ya es digital, les costó adaptarse.
Por ello urgen regresar a las aulas. “Creo que aprendo más con la maestra en el salón”, reflexiona Jami en la videollamada.
A Regina, que vive con sus madre y su hermano adolescente, le pesan las tareas diarias. Porque pierde la concentración y no hay una motivación para estar sentada a solas en la mesita que se adaptó como su escritorio.
“Pierdo la atención, porque me aburro, luego mejor prefiero ponerme a jugar con el celular”, explica Regina.
El planear de nueva cuenta un inicio de clases, entusiasma a las niñas de cuarto y quinto año de primaria. Hay curiosidad de saber cuánto cambiaron sus compañeros.