Al costado izquierdo, sobre un mural, están las estampillas que los creyentes han regresado. Del lado derecho está la señorita que anota los nombres y su escritorio pareciera que es un confesionario porque le debes decir por cuál de los males enlistados acudes por tu manda.
De fondo hay un vitral vacío y también está la alcancía donde los que juran depositan sus donativos. No hay una regla ni un monto, solo la voluntad de los creyentes, nos explican los que llegan.
La iglesia del Carmen es la única en Toluca donde al inicio del año llegan a todas horas quienes van a pedir una tregua, piden sus estampitas y éstas casi de forma mágica hacen una transformación en las personas que las reciben. Es la viva imagen del poder de la fe.
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“Uno es fácil de estirar la mano, llega un amigo y la estiras, por eso vine a jurar”, explica don Juan Pablo, quien se atreve a revelar que el alcoholismo lo ha rebasado. Este martes juró por cuatro meses. “De aquí al uno de mayo”, dice el hombre.
Y don Juan Pablo aún tiene los ojos llorosos de una resaca y explica que es la primera vez que se ha ocupado del poder de la fe para enfrentar al alcohol.
“Es la primera vez, ni a los alcohólicos anónimos, ni con ayuda de nadie he ocupado, pero pues ya estaba mal y no me da pena decirlo”, revela el hombre de la tercera edad, que llegó solo a la iglesia del Carmen, hizo sus rezos y se fue.
Se trata de estampillas de la virgen del Carmen, que tienen al reverso los datos del interesado, una lista de males por curar y espacio para una oración que se debe rezar con el fervor suficiente.
Luego las personas ingresan a la iglesia se hincan y rezan la oración que va al reverso de la estampita. Esa manda se debe cumplir, porque de lo contrario la creencia es que llega un fuerte castigo.
“Dicen que sí es muy milagrosa y que te puede castigar si no cumples”, asegura uno de los que llegaron a jurar.
Por eso es que la decisión de recibir la estampita se hace tras una reflexión profunda, porque a la oficina entran algunos y salen sin decidirse.
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“Cada quien, según sea su voluntad da un donativo”, explica la señorita que da las estampitas. A la oficina de los “milagros”, este martes llegaron algunas solicitudes.
Es casi a cuenta gotas, pero llegan. Por lo regular solicitan el amuleto los hombres. Algunos jóvenes, otros de 50 años hacia arriba pero todos con ese mismo semblante de intentar algo con fe.
“Sí, venimos a jurar los tres”, explicó un grupo de jóvenes que ingresaron y así también salieron y se fueron.
“Algunos vienen porque sufrieron algún accidente y estaban intoxicados”, explica otro hombre que llegó a pedir su “milagro” a la Virgen del Carmen.
En el mural donde está la oficina de los “milagros”, hay unos cientos de estampillas que cuelgan de ligeros hilos. También los llamados “milagros”, que son bañados en oro y representan una pierna, un brazo o cualquier otra parte del cuerpo. Esas piezas sirven para una sanación física.
Aunque todo el año se abren y se entregan las estampitas de la Virgen del Carmen, es sobre todo al inicio del año cuando llegan más solicitudes.
Antes de irnos, vimos a un joven que llevaba encima la capucha de su sudadera. Está hincado en una de las bancas de la iglesia y tiene levantada la estampita sobre sus manos mientras reza. Mientras pide a la virgen del Carmen.