Alegría era lo que se transmitía en los rostros de las y los vallesanos que visitaron la capilla de la Virgen de Guadalupe este 12 de diciembre. Los fieles más devotos trasnocharon para cantarle las mañanitas a la morenita del Tepeyac, quien celebró 490 años de su aparición.
Cabe resaltar que el año pasado, cuando el temor del Covid-19 inundó los corazones de los guadalupanos, la celebración se realizó a puerta cerrada con una misa transmitida vía redes sociales.
En aquella ocasión en el atrio de la capilla se expuso la imagen que mide más de 120 centímetros para que fuera vista “de lejecitos” por los católicos marianos.
Contrario a esto, ahora, desde temprano, se abrieron las puertas del templo guadalupano para recibir las oraciones, agradecimientos y peticiones que se le encomendaron a María de Guadalupe.
Sin celebraciones eucarísticas que propiciarán la aglutinación de peregrinos en el templo, el interior fue habilitado para que los visitantes lograran tocar a la Virgen de Guadalupe para persignarse, tomarse una fotografía y recibir la bendición del sacerdote.
De manera ordenada, con el cubrebocas bien utilizado y la aplicación de gel antibacterial de manera constante, uno a uno entró a la capilla con la misma devoción y fe que años anteriores.
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Era recurrente la pregunta ¿A qué hora es la misa?, entre los más longevos que visitaron a la Guadalupana en su altar; sin embargo, la parroquia de San Francisco de Asís fue precisa con la instrucción de que no habría ningún tipo de celebración con el fin de no tener aglomeraciones.
Fue así como vestidos de “inditos” o con imágenes de santos y vírgenes de la religión católica, recibieron la bendición de la madre de Jesús en su día.
A las afueras del recinto religioso el ambiente que se respiraba era de tranquilidad, serenidad, alegría y paz, pues todos eran sabedores que llegaron hasta estas fechas enfrentando al SARS-CoV-2.
Es de resaltar que tardaron 22 meses para que hubiera alguna fiesta patronal en Valle de Bravo, dónde la cultura gastronómica y la diversión fueron guardadas por el riesgo sanitario que se corre de posibles contagios de tal virus.
Es así como la fe en Valle de Bravo ha logrado sacar a los creyentes de sus casas, respetando en todo momento las medidas de prevención sanitaria y pidiendo por que este mal que nos aqueja, poco a poco se vaya disminuyendo.