México vive tiempos de crisis y desorientación, pues los pueblos padecen de una carencia de valores humanos y espirituales por la desintegración de las familias, desenfreno de muchos jóvenes y el odio social por la pobreza, la injusticia y tanta impunidad que padecen muchos mexicanos, señaló el Arzobispo de Toluca, monseñor Francisco Javier Chavolla Ramos.
Durante la celebración eucarística celebrada en la Basílica de Guadalupe, que pone fin a la peregrinación mexiquense al Tepeyac; agradeció a la Virgen de Guadalupe haber sido favorecidos como sede de una nueva provincia eclesiástica.
"Hoy día se viven tiempos de crisis y desorientación provocados por tantas transformaciones que se han producido en este cambio de épocas, por ende, dijo, es necesario proceder con responsabilidad social y ética en la reconstrucción del tejido social", indicó.
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Hizo un llamado a toda la feligresía a trabajar por establecer el reino de Dios, que es de paz, vida plena y salud, mediante la transformación de las estructuras sociales sociales y religiosas de los pueblos.
"Los desafíos del tiempo cuestionan seriamente a la sociedad y también a la iglesia, es por esta razón que se deben renovar las estructuras pastorales para contribuir al orden y disciplina", recalcó monseñor Chavolla Ramos.
“Somos un pueblo creyente siempre en camino, necesitado de una permanente conversión, renovación y purificación para hacer el pueblo de Dios. Es necesario recobrar la tradición siempre viva de la iglesia y convertirnos en lo personal y pastoral, pues hay que dejar atrás la experiencia de que la iglesia sólo se mira así misma”, añadió.
Se requiere dejar atrás, agregó, la experiencia de una iglesia de clérigos que conciben a los fieles como poseedores de un cristianismo de segundo grado y por ende los maltratan y utilizan; se requiere dejar atrás la experiencia de una iglesia aliada con los poderosos para conservar sus privilegios y de una iglesia de personas que solo buscan obtener milagros sin que les interese vivir a las enseñanzas del Jesús.
“Debemos convertirnos en una iglesia misionera de puertas abiertas, una iglesia samaritana capaz de curar las heridas de hijos que necesitan comprensión, perdón y amor; una iglesia pobre para los pobres cercana a todos y capaz de denunciar los atropellos a la dignidad humana, a la familia y a la vida misma”, aseveró.
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Con el propósito de hacer realidad estas promesas, es urgente renovar las estructuras pastorales.
“Quiero pedirles que todos fieles laicos y miembros de la vida consagrada, así como ministros ordenados asumamos ante Dios poniendo a la Virgen de Guadalupe como testigo del compromiso de trabajar en la renovación de nuestras estructuras pastorales”, finalizó.
Cabe señalar que con esta misa religiosa se puso fin a la LXXXII Peregrinación de la Arquidiócesis Diocesana y I Peregrinación de la Arquidiócesis de Toluca al Tepeyac, por lo que los casi 70 mil guadalupanos que participaron en el contingente regresaron a sus lugares de origen.