Toluca, México.- Cecilia Morales, como cada mañana desde hace 10 años, se levantó pensando en la forma de ensanchar su presupuesto del día.
La mujer es madre de tres hijos, la mayor es Sofía y tiene ocho años, le sigue un pequeño de seis y otro de un año de edad. Hace 10 años se casó con Mateo, su actual esposo.
El matrimonio vive en un cuarto prestado por sus suegros en el barrio de San Salvador en la delegación de San Cristóbal Huichochitlán, ubicada en la zona norte de Toluca.
“Si alguien viniera y me dijera: toma este terrenito, no sé cómo le hiciera pero construiría”, dice.
Los programas sociales, expresa, nunca han sido solución para su situación de pobreza, aunque la generación de nuevos apoyos sí la ilusiona. Fue el caso del salario rosa, una opción para "paliar" la zozobra de vivir al día.
Sin embargo, se enteró que el martes fue el último día para inscribirse en ese programa.
“Hasta ahorita que usted nos dice nos damos cuenta”, contesta Cecilia.
“El año pasado vinieron a hacernos las encuestas, que cuántos hijos tenía, cuánto gastaba por día, me pidieron la copia de la credencial y dijeron que iban a regresar pero nunca volvieron”, recuerda.
Le inquieta la duda, pues ella pensaba que ya estaba entre las beneficiarias.
Junto con Cecilia están María del Carmen Bartolo y Rosa García, vecinas de la calle de Paseo de la Luz. Les interesa saber cómo acceder al registro.
“No pasaron a avisar”, señala María del Carmen. Ella es la única quien sí cuenta con un plástico de la tarjeta promocional anunciada en 2017. A sus dos vecinas sólo les pidieron sus datos y el plástico quedó en promesa.
Operatividad
Según las reglas de operación del programa, del 30 de enero al 6 de febrero del presente año, se llevó a cabo el registro de las aspirantes al subsidio, el cual consideró la instalación de 191 módulos en los 125 municipios y registros vía internet.
En la primera etapa existe capacidad para un aproximado de 111 mil beneficiarias, a quienes una vez pasado el registro, se les deberá hacer visitas domiciliarias para aplicarles exámenes socioeconómicos y constatar que tengan las tres carencias sociales.
El programa considera la entrega de dos mil 400 pesos bimestrales para cada beneficiaria, es decir un aproximado de 40 pesos por día para cada ama de casa.
Su gasto diario se estira en comprar medio kilo de pollo, si se puede, un kilo de tortillas y sobres de sopa, que obliga a un gasto de 150 a 200 pesos.
“Voy a preguntar a mi prima, ella a lo mejor sabe”, propone Cecilia, mientras toma el celular y marca. La respuesta que le dan las intriga. El martes fue el último día para el registro.
“El marido me dice, que cómo le hago para que no me alcance, pero no sabe que todo está caro”, replica la joven madre mientras suelta en risa con el grupo de amigas.
Por mucho, sus esposos traen diariamente 100 pesos para el gasto de la familia, el resto ellas lo deben obtener en la venta de tortillas y lavando ropa ajena.
María del Carmen vive en un cuarto de tres por cuatro metros en el que tiene un pequeño baño, su cama, ropero y un altar a la Virgen de Guadalupe.
Una de las paredes es de madera y cartón, que los separa de la casa de sus cuñados. La vida es improvisada al igual que los gastos diarios.
Su caso es diferente al de sus vecinas. Cada semana también debe reunir mil pesos para trasladar a su esposo a una clínica de Valle de Bravo, donde le dan terapias por la diabetes que padece. Consigue los recursos vendiendo tortillas, sin ningún apoyo social.
“Dicen que va haber una segunda etapa, pues ojalá que nos difundieran más por la tele para saber, uno que es ignorante ni al internet se puede meter”, revela con cierta vergüenza.