Con fe y esperanza, Lorenzo y María de la Luz acudieron al módulo de vacunación ubicado en el Auditorio Municipal de Valle de Bravo para inmunizarse contra el Covid-19.
Caminando, llegaron al inmueble ubicado en la calle Porfirio Díaz, poco antes de las 13:00 horas, esperando alcanzar algunas de las 2 mil 748 dosis que estaban programadas para inmunizar en este primer día de vacunación en el Pueblo Mágico.
Llegaron acompañados de la hermana de María de la Luz, quien junto con su esposo, el cuñado, también esperaban con ansía recibir la vacuna, pues significaría ver la luz al final de este túnel tormentoso que comenzó el pasado 20 de marzo de 2020.
“Ya por fin nos va a tocar, venimos acompañados, en familia, sin planearlo, solo nos encontramos y ahí venimos, a darnos ánimos, a apoyarnos unos con otros”, confesó María de la Luz.
Y es que, en este municipio, los 458 casos acumulados y las 43 defunciones que ha causado este virus desde el inicio de la pandemia en el país, ha atemorizado a los vallesanos, aunque, al mismo tiempo, los ha hecho sanitariamente responsables.
Al principio, los abuelitos entrevistados confesaron que el miedo por contagiarse al salir de casa los hizo enfermarse de la mente, al estar pensando lo que podía pasar.
Luego, las noticias nada esperanzadoras que recibía día con día, sobre conocidos y amigos que se infectaban y morían por el Covid-19, se convertían en un elemento extra para el estrés.
Sin embargo, nunca dejaron de tener fe. Cuidándose con todos los protocolos sanitarios, recomendados por el sector salud, se procuraron para llegar a este momento histórico para ellos: la vacunación contra el SARS-CoV-2.
“Sí hay miedo, pero de una cosa o de otra nos tenemos que morir, entonces si ahorita está la vacuna para prevenir este mal, pues nos la tenemos que poner”, dijo don Lorenzo.
Entraron al recinto que estaba programado para albergar a más de 600 personas. Sanitizandolos, tomándoles la temperatura y aplicándoles gel antibacterial, ubicaron a los cuatro abuelitos para continuar con el registro de sus folios y sus CURP’s, en las sillas colocadas a metro y medio de distancia entre cada una.
Médicos, enfermeras, siervos de la nación, militares, autoridades estatales y municipales, todos caminan de un lado a otro, atendiendo su responsabilidad: servir a la sociedad.
Sin distinguir partidos políticos, lograron implementar un protocolo de organización “envidiable” para cualquier jornada de vacunación, pues ni aglomeraciones ni situaciones adversas se presentaron en durante el primer día de vacunación.
“Hasta eso, ahora sí se organizaron "rebien", todo muy rápido, todos muy amables, hasta los del Ayuntamiento, que bueno que lo hacen así”, reconoció don Lorenzo.
En un par de mesas ubicadas a la mitad del auditorio, una cuadrilla de 40 personas del sector salud vertían las dosis en las jeringas, las cuales eran depositadas en las hieleras para trasladarlas a cada lugar donde estaban sentados los abuelitos.
“Una maravilla de organización”, decían las personas de la tercera edad, al ver cómo, uno a uno, iban recibiendo la vacuna en el hombro derecho sin mayores contratiempos.
“Ni sentía dolor, solo el piquete, aunque estaba bien nerviosa”, dijo María de la Luz.
“Pueden presentar dolor de cabeza, fiebre o náuseas, pero es normal, no se nos vayan a espantar abuelitos, por favor”, gritaba uno de los internistas que estaban haciendo rondines entre las sillas por si se presentaba alguna emergencia.
20 minutos los dejaron sentados, mientras más adultos de la tercera edad llegaban al recinto para vivir el proceso descrito.
Luego, les entregaron su comprobante de vacunación, una hoja verde que contenía los datos de la dosis aplicada, así como los del beneficiado, para que uno a uno fueran saliendo del recinto, con rumbo a sus hogares, pues el reposo era una de las recomendaciones que les emitió el sector Salud.
“Nos la pusieron en la cartilla, yo las traje por cualquier cosa, ahí no decía que tenías que venir con la cartilla del centro de Salud, pero cuando nos vacunamos contra la influenza, ahí nos anotan que ya nos la pusimos, entonces ahorita por eso las traje, y sí, también nos la anotaron ahí”, explicó María de la Luz.
El matrimonio, con más de 45 años de estar juntos, se veía feliz, tranquilo y dichoso. Persignándose cada vez que se acordaban, agradecían a Dios por haberles permitido vivir y contar este hecho.
Pues no todos sus amigos contemporáneos, “los de su rodada” como lo explicó don Lorenzo, tuvieron la dicha de vacunarse, pues el Covid-19 les adelantó en su camino.
“Pues agradecidos con el gobierno y más que nada con Dios, porque nos enteramos de muchos amigos, conocidos, vecinos, que se murieron de un ratito a otro, ellos ya no pudieron vacunarse, por eso hay que agradecer que nosotros sí”, expresó.
El otro matrimonio que los acompañaba, la hermana y el cuñado de María de la Luz, también salieron felices del recinto, pues la alegría les desbordaba por la cara, aunque con cubrebocas y careta se minimizaba, pero era notoria.
“Ahora sí ya, gracias a Dios ya estamos vacunados, ahora a esperar la otra, que nos dijeron que no tienen fecha, pero que nos avisaban como en un mes”, explicó Antonia, hermana de María de la Luz.
Llenos de gozo y con frente en alto, caminaron con rumbo a sus casas. Sabiendo que esto aún no acaba, pues las medidas de seguridad las deberán de seguir aplicando en todo momento, pero con la tranquilidad que les da una dosis médica llena de fe.