“El 8 de marzo (#8M) se ha establecido a nivel internacional como una lucha en beneficio de las mujeres e infancias, para poder entender y hablar de la erradicación de las violencias”, resaltó Adelaida Rojas García, especialista en psicología de la Facultad de Ciencias de la Conducta de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx).
A lo largo de los años, la historia sobre la lucha de las mujeres por sus derechos humanos ha evolucionado y se ha mantenido hasta nuestra actualidad, donde la representación del sector femenino en la sociedad ha ido en aumento, gracias a los diferentes movimientos y colectivas feministas.
El 8 de marzo de 1908, en Estados Unidos, tuvo lugar una manifestación de mujeres trabajadoras en la fábrica textil “Cotton”, pues notaron incongruencias en cuestiones económicas y desigualdades notables con respecto a sus compañeros hombres.
Es por ello que después del incendio de la fábrica se dieron estos movimientos a favor de las trabajadoras. Lo ocurrido tuvo eco alrededor del mundo y es así como, posteriormente, las mujeres mexicanas comenzaron la lucha por su reconocimiento en la política mexicana y lograron el reconocimiento del voto femenino en 1955.
Para la académica universitaria, Adelaida Rojas García, el movimiento feminista sigue vigente y se mantiene en la lucha por la equidad y erradicación de la violencia de género, ante los índices de desaparición, abusos y violencia en contra de las mujeres e infancias.
El #8M se ha convertido en un día de marchas a nivel nacional e internacional, donde las mujeres toman las calles de las ciudades para sensibilizar a las personas sobre el respeto que debe existir hacia el sector femenino y visibilizar la denuncia colectiva por espacios de desarrollo pleno y seguro para ellas, libres de cualquier peligro al que puedan estar expuestas. “A través de estos movimientos es donde se promueve el derecho a que me escuches, el derecho a que veas que existo y el derecho a que respetes esta caminata donde dejo ver mis inquietudes y demandas”, explicó.
Actualmente, las colectivas feministas han logrado distinguirse a partir de diferentes símbolos como pañuelos, carteles, cantos y performances, que son representación de la violencia vivida en su cotidianidad; asimismo, los colores morado y verde, el primero, relacionado con el incendio de la fábrica textil, debido a que ese día las mujeres tintaban telas de este color. En tanto, el esmeralda indica la lucha por la legalización del aborto.
En conjunto, la simbología busca que las mujeres se sientan identificadas y empoderadas. Para la académica Rojas García, la importancia de entender correctamente el concepto de “empoderamiento” reside en superar la idea errónea de que las mujeres pretenden ubicarse por encima de los hombres; en realidad, dijo, se refiere a concebirse como personas capaces, libres de tomar sus propias decisiones e identificar modalidades y tipos de violencia en círculos familiares, de pareja o laborales, que vulneran sus derechos humanos.
Finalmente, Rojas García invitó a las mujeres a seguir expresándose libremente y no quedarse calladas al identificar factores de riesgo en las diferentes esferas de su vida, así como tejer redes de apoyo, actuar a favor de las demás mujeres cuando se encuentren en situaciones vulnerables y denunciar cualquier irregularidad ante las autoridades correspondientes.