Especialistas de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), tras varios estudios biológicos, determinaron que 104 especies de insectos son comestibles y se pueden encontrar en municipios del norte y sur de la entidad.
Los insectos que se pueden comer se obtienen en temporadas específicas del año como la hueva de la hormiga, mejor conocida como escamol, las hormigas mieleras, los gusanos blancos y rojos del maguey, identificados también como chinicuiles.
La investigadora de la Facultad de Turismo y Gastronomía de la Universidad del Valle de México (UVM) Martha Isela Vargas señaló que es necesario incentivar entre las familias mexiquenses el consumo de insectos comestibles, que por su valor nutricional pueden incluirse en la dieta diaria, y promueven el patrimonio culinario del país.
La chef especialista en la elaboración de platillos exóticos con insectos indicó que hay un sin número de comidas donde los insectos son el ingrediente principal.
“De enero a diciembre hay una variedad de insectos que alimentan a las diversas regiones del Estado de México pero que además atraen a turistas que acuden a los mercados locales, especialmente para adquirir este tipo de productos”, añadió la Chef.
Por ejemplo señaló que en los municipios de Otumba y Teotihuacán hay una recolección y consumo específico de insectos, que son los caracoles y los gusanos de maguey, donde los pobladores los crían principalmente para su comercialización y lo ofertan en mercados locales.
También se encuentran en Jilotzingo, Metepec y algunas zonas de Toluca; los grillos se comercializan en los municipios de Luvianos y Tejupilco.
“En el municipio de Tecámac la gastronomía típica es el ahuautle, conocido como el “caviar mexicano” o hueva obtenida del insecto llamado axayácatl (huevos de mosco) que vive en las zonas lacustres.
En Metepec, una de las especialidades que se ofertan en el mercado principal llamado “Ensalada de plaza”, que se establece todos los lunes en el centro de este Pueblo Mágico, son los tradicionales “tacos de plaza”.
Este contiene, entre otras, barbacoa, pata de res y acociles, que son especies localizadas en las orillas de los lagos, encontrando refugio entre la densa capa de vegetación acuática que ahí se presenta.
Otro tipo de insectos son las larvas cultivadas en Jilotzingo, municipio especialmente maderero y en el que se crían estas extrañas bolsas que apenas si llegan a juntar 100 en cada temporada para su venta o consumo.
Según la Chef Martha Isela Vargas los insectos no sólo son ricos, sino nutritivos y posiblemente menos dañinos que cualquier tipo de carne.
Lucio Martínez uno de los pocos vendedores de chapulines que aún llega al mercado municipal de Tlalnepantla dijo que son especialmente las personas de la tercera edad quienes consumen estas especies, pues las generaciones más jóvenes han perdido la tradición de muchos pueblos originarios.
Explicó que los chapulines son criados especialmente para el consumo humano y que un cuarto se vende en 20 pesos, medio kilo llega a 40 pesos y éstos se venden también en sitios como Naucalpan en algunos mercados.
Aportan proteínas
Según la nutrióloga Jimena Martínez una tercera parte de los insectos que se conocen son comestibles y aunque se encuentran muy fácilmente y en grandes cantidades en algunos municipios son poco consumidos.
Entre sus beneficios se encuentra que el organismo de estos animales representa entre el 60 y 70 por ciento de proteínas de buena calidad, pueden ser igual o más nutritivos que la carne de res, pollo o cerdo.
Tan sólo 100 gramos de carne de res contienen entre 54 y 57% de proteínas, mientras que 100 gramos de chapulines contienen entre 62 a 75 por ciento.