Cerradas y solas, así amanecieron las puertas de los panteones de Valle de Bravo este 10 de mayo, pues la contingencia sanitaria obliga a esperar un poco más antes de regresar a la cotidianidad, afectando la celebración tan esperada por las madres del campo santo.
Con una cadena platinada entrelazada en dos barrotes, cerraron el panteón de Guadalupe ubicado en la cabecera del pueblo mágico, pues este día es atiborrado de flores, música y comida para recordar a las mamacitas que ya no están entre nosotros.
Un par de letreros con letra pequeña fueron colocados en las columnas de la entrada. Estos decía que por la contingencia sanitaria provocada por el Covid-19 el lugar del descanso eterno permanecería cerrado, pidiendo disculpas por la cancelación de esta tradición.
En la banqueta contraria, un grupo de diez personas esperaban con flores, cubrebocas y ansia para que abrieran las puertas.
Quien pasaba por la calle Del Rosario pensaba en posible desobediencia de estas personas, las cuales llevaban niños con ellas, pues la autoridad municipal había sido clara con la restricción del acceso, además de la invitación de quedarse en casa y no salir en caso de no ser necesario.
Pasadas 14:00 horas, con el sol a plomo y sin acceso, llego en un cortejo fúnebre un féretro para ser enterrado en el panteón de Guadalupe. No abrían. Los cuidadores tardaron en llegar por una confusión en el horario de la santa misa para el descanso eterno del difunto.
El panteon se abrió y solo dejaron pasar a las diez personas que se despedirían de su familiar, más otras pocas que llegaron en los vehículos del cortejo.
Con resignación entraron al campo santo para decir adiós, mientras que los cuidadores volvían a colocar la cadena y el candado, pues los vallesanos no podrían entrar a felicitar a sus mamás.
Ante esta medida sanitaria para evitar aglutinaciones y posibles contagios del Covid-19, la Parroquia de San Francisco de Asís organizó un recorrido de la Santísima Virgen María por las principales calles del pueblo.
Esto era realizado en dos sentidos: el primero, para felicitar a las mamás de Valle en su día y darles esperanza y fe en tiempos del Covid-19; la segunda, para que los feligreses pudieran felicitar a la madre de todos, pues para la religión católica, María es nadadora de vida para la humanidad.
Dejando las campanas de mano, fuegos pirotécnicos y los peregrinos caminando, avisaron del recorrido santo con los silbatos de las camionetas donde iba colocada María Santísima.
Es así como el 10 de mayo se vivió en Valle de Bravo, por un lado con un gran sentimiento de desolación en los campos de descanso eterno, y por otro, con la esperanza que da la fe para superar la pandemia que azota a México.
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