Los comicios del primero de julio representaron una derrota de múltiples impactos para el PRI.
El tricolor no sólo experimenta un repliegue en los gobiernos y curules que detentaba, sino también verá disminuido su financiamiento público que deriva del porcentaje de votación obtenido por cada partido político.
Dicha situación ya prendió los focos rojos en el PRI mexiquense, donde sus propios empleados advierten que han iniciado las restricciones y recortes salariales, con el fin de evitar desequilibrios financieros.
Sin embargo, la crisis del tricolor no sólo será a nivel de su estructura partidaria, pues con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República, miles de funcionarios, en su mayoría empleados de confianza, deberán salir de la administración federal.
Tal ajuste impactará principalmente a los mexiquenses; vale recordar que al inicio de la gestión del presidente Enrique Peña Nieto inició un éxodo de funcionarios de la entidad al gobierno federal, quienes ahora deberán salir y buscar acomodo en alguna otro lugar.
En el gobierno de Alfredo del Mazo se antoja difícil, pues las posiciones ya están distribuidas y un ajuste provocaría recortes o aumentos en la nómina.
A nivel municipal tampoco habrá muchas oportunidades. Con las derrotas del PRI en municipios importantes como Toluca, Metepec, Ecatepec y Naucalpan se cierran más los espacios para los funcionarios afines al tricolor, quienes quedarían desempleados.
En el Poder Legislativo del Estado de México tampoco habrá muchas oportunidades de colocarse ante el próximo dominio de Morena, incluso ahí también peligran quienes deben su puesto a su filiación tricolor.
Ante tal panorama, las secuelas de la derrota priista seguirán percibiéndose durante los próximos meses, cimbrando una estructura partidaria acostumbrada a convivir con el presupuesto público. *