El Grito de dos gobernadores

Filiberto Ramos

  · viernes 15 de septiembre de 2017

Foto Daniel Camacho

Toluca, México.- La noche dio una tregua alGrito. Puso un cielo despejado, no hubo lluvia y se miró un Tolucatranquilo, pero aún así los mexiquenses no llenaron desdetemprano la plancha del zócalo.

Hubo ausentismo, que poco a poco con el resonarde las bocinas de los escenarios intentó llamar a los invitados dea pie a la noche mexicana, la celebración por laIndependencia.

Los dos gobernadores, como pocas veces está enla memoria, se apostaron en el balcón y ambos entonaron el VivaMéxico. Aún así, no llenó el júbilo.

Los arreglos para instalar pantallas yescenarios comenzaron un día antes; apostadas en lugares alejadosdel centro del espectáculo, bajo la seguridad que la mancha degente habría de colmar la Plaza de los Mártires, la Ángel MaríaGaribay y el tramo de la calle Lerdo.

Los reflectores que despedían luces tricoloresy los pendones del mismo color colgaron desde los palacios delgobierno municipal y estatal. Hubo esfuerzo por aparentar que esfiesta, aunque pasadas las ocho de la noche los accesos instaladosen el norte, sur, oriente y poniente no cuantificaban grupos degente mayores a 10 y 15 personas.

Los sensores de los detectores de metal sonabanintermitentes, a cuenta gotas, y no hubo necesidad, como en otrosaños, separar por géneros.

Como es costumbre hubo logística bienplaneada, hasta el punto de exagerar en el desplazamiento deelementos y los laberintos de vallas metálicas que serpentearonpor las plazas hacia el centro del escenario y lospalacios.

Por aquí y por allá, se miraban de poco enpoco a familias que tomaban una matraca, una trompeta y se tomabanselfies para el recuerdo.

Algunos, preparados con el paraguas, en caso delluvias y, otros, con las chamarras abrigadoras por eso del fríotraicionero de las noches gélidas que bajan de los cerrostoluqueños.

El sombrero y los bigotes para asemejar lomexicano, rompía con algunos bosquejos. Pero como suele pasar ybien lo describiera Octavio Paz en su Laberinto de la Soledad, elmexicano busca siempre ese momento para soltarse al viento,quitarse la careta y con la garganta raspada por unos tragos gritasus cohibiciones, anhelos y corajes guardados durante elaño.

Ese momento llegó sólo hasta que desde lasbocinas se escuchaba los Viva México y las artificialesmulticolores iluminaron el cielo.

Mami, ¡Gritas como en tu escuela! Le decíauna madre a su pequeña de ocho años, en el tumulto que searremolinó a los metros frente al palco principal de donde los dosgobernadores salieron para dar el Grito, previo a dar el campanazodel que en alguna vez sonara Hidalgo.

Y finalmente, fue sólo el gobernador saliente,Eruviel Ávila Villegas, quien dio el Grito... por los héroes quedieron patria.

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