Debido al crecimiento urbano de Zona Esmeralda por la saturación de nuevos desarrollos residenciales, el municipio de Jilotzingo enfrenta uno de los mayores retos al ser uno de los últimos pulmones verdes del Estado de México, y el interés de fraccionadores para construir casas.
Jilotzingo alberga áreas naturales protegidas que son fundamentales para la preservación de la vida y que poco a poco se han visto afectadas por el desarrollo, como lo son el Parque Estatal Otomí Mexica y la Reserva Ecológica Espíritu Santo.
La ocupación irregular del territorio de las áreas no protegidas y la deforestación de las naturales son temas que preocupan a sus habitantes y autoridades del municipio, porque aproximadamente el 82% del territorio lo conforman áreas naturales protegidas.
Jorge Diaz Cano, investigador del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) señaló que de acuerdo con un reporte de la empresa Tinsa, experta en evaluaciones y consultoría inmobiliaria, el valor de la vivienda en la Zona Metropolitana del Valle de México registró un incremento del 10% con respecto al trimestre anterior.
Esta región tuvo un aumento en los valores promedio de los inmuebles, mientras que registró un alza de 5% en el costo por metro cuadrado (m2), siendo los municipios de Atizapán, Huixquilucan, Naucalpan y Jilotzingo los que registraron el valor promedio más alto en la zona poniente del Estado de México.
Aquí el valor promedio en estos municipios alcanzó un costo de 2 mil 500 pesos el metro cuadrado que es el precio más caro con respecto a las zonas centro, sur y oriente del Valle de México, mientras el tamaño promedio de las propiedades es de 500 metros cuadrados.
Una reserva extraordinaria.
Diaz Cano dijo que en Jilotzingo el crecimiento urbano demográfico y el aprovechamiento de los recursos naturales se relacionan con la expansión del territorio metropolitano que prácticamente ha crecido mucho más allá de la zona urbana.
“Su clima predominante es de tipo templado húmedo con lluvias en verano que llegan a ser torrenciales en la zona boscosa", explico el ambientalista.
La comunidad de Espíritu Santo era la zona limítrofe urbana de Jilotzingo en colindancia con Atizapán, pero desapareció para dar paso a escuelas, gimnasios, centros deportivos y la construcción del Centro Cultural Luis Nishizawa.
Un gran detonante para el crecimiento de Espíritu Santo, sin duda, fue la pavimentación del camino de acceso principal que hace más fáciles los traslados de los habitantes de Jilotzingo.