Por la crisis alimentaria y económica provocada por la pandemia del Covid-19, prestadores de servicios turísticos tuvieron que reabrir las actividades del ámbito a pesar de seguir en la etapa de máximo riesgos de contagios por este virus.
Con ansia, desde temprano, este 11 de julio pintaba ser un día diferente para quienes, por más de cuatro años meses, habían dejado de trabajar.
Sin embargo, no fue así. Pues a pesar de que en las principales calles del pueblo mágico el tráfico era denso y las zonas residenciales reportaban cupo lleno, el turista ambulante no se hizo presente en esta reapertura.
Con cubrebocas, gel antibacterial y algunos con guantes, los prestadores de servicios turísticos permanecían sentados en el embarcadero municipal esperando a que les "cayera algo".
"Un paseo en lancha joven, para que tome fotos de las cascadas", ofrecía un vallesano dedicado a la renta de lanchas para paseos por la presa del pueblo mágico.
Más de 50 prestadores de servicios dedicados a la renta de lanchas, cuatrimotos, raizer y parapente formaban hileras en el embarcadero y malecón municipal, esperando a que la afluencia turística fuera aumentando gradualmente.
"La media hora está en 400 pesos, pero por que no nos ha caído nada, ya se la dejo en 300" , regateaba el lanchero para convencer a los pocos turistas que se tomaban fotos con la presa de fondo.
Probablemente fue la amenaza de lluvia la que ahuyentó a los visitantes del Pueblo Mágico este sábado. Sin embargo, este domingo seguirán pendientes ofreciendo sus servicios, exponiéndose a posibles contagios del Covid-19, pues a pesar de las medidas de seguridad sanitarias, por cuestiones económicas deben de salir pues ya no pueden sostener sus hogares.
Las medidas de prevención sanitarias
En todos los locales, en la puerta de entrada, hay un expendedor de gel antibacterial, en su mayoría, acompañados de letreros que exhortaban a los turistas a desinfectarse las manos antes de entrar.
También, en la vía pública, quienes ofrecían los servicios de esparcimiento pedían a los clientes mantener la sana distancia y usar el cubrebocas, pues conscientes del virus que acecha deben de priorizar su salud y la de quienes los visitan.
"Yo no creo, siento que es invento del gobierno, pero hay que usar esto y decirles que lo usen para que no nos multen", platicó un lanchero quien no quiso dar su nombre.
Los meseros en restaurantes y bares, llevaban careta, cubrebocas y guantes, pues su trabajo los expone al contacto humano constantemente.
"Pues así tenemos que salir a ofrecer, por si no nos ven desde la calle, llevarlos a nuestros restaurantes" platicó Luis González, mesero de una de las balsas que ofrecen servicio gastronómico en el embarcadero.
A pesar de las invitaciones que ha hecho el Ayuntamiento de Valle de Bravo para certificarse como punto limpio, el cumplir con las medidas sanitarias ha dependido de cada prestador de servicios turísticos, pues deben de llevar el pan a sus hogares, pero también deben de cuidar de su salud.
Los turistas, ¿responsables o irresponsables?
Caminando por las calles principales de la cabecera municipal del Pueblo Mágico, los turistas que compraban productos en los puestos de artesanías o en los dedicados a los servicios gastronómicos, mantenían la sana distancia y usaban el cubrebocas.
Sin embargo, eran los menos comparados con la gente, tanto local como visitante, que caminaba la tarde de este sábado.
Incluso, a pesar de las medidas recomendadas por las autoridades gubernamentales del sector turístico sobre las prácticas del turismo responsable, en restaurantes y bares el uso del cubrebocas no era prioritario, pues en más de un establecimiento se observó que quienes consumían productos no portaban ni en el cuello el instrumento que ayuda a prevenir un posible contagio en la interacción social.
De esta forma, a cuenta gotas el turismo reabrió sus puertas en Valle de Bravo. La nueva normalidad será difícil de asimilar, pues en el Pueblo Mágico como en cualquier otro punto turístico, la diversión y el esparcimiento no está acostumbrado a las medidas sanitarias.