La mitad de la ciudad se paró: edificios públicos de gobierno, consorcios grandes, escuelas de nivel básico y zonas industriales; sin embargo en la informalidad todo fue normal.
Graciela en su juguetearía, doña Reyna y sus 66 años en la frutería de la esquina de Isidro Fabela, Raymunda en su puesto de ropa, Rosa en su bomba de la gasolinera en Hidalgo, la oficial Mari en sus infracciones diarias sobre Paseo Tollocan, la enfermera Julieta en su turno matutino de la clínica 220 del IMSS, donde los pacientes este lunes atiborraron más las citas de consulta.
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También Lupita y su compañía, 25 de cadetes del centro histórico, quienes tuvieron la opción de asistir o no a sus labores, pero decidieron no faltar.
Por contraste, este lunes el edificio de la Cámara local, aunque abrió, no hubo desfile de legisladores. Tampoco el resto de edificios administrativos del gobierno municipal y estatal.
El tráfico lo resintió, las vialidades estuvieron más ligeras y el transporte público redujo el número de unidades en un 30 por ciento.