¿Te imaginas comprar un kilo de carne de res en un centro comercial y descubrir que está combinado con carne de caballo?
No es paranoia, suele ocurrir cuando existen fraudes alimentarios, los cuales se definen como la modificación de alimentos en cualquiera de sus modalidades, ya sea a través de variación o falsificación de algún compuesto para reducir los costos, además de inconsistencias en la información de su etiqueta.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), se estima que uno de cada diez alimentos a nivel mundial está adulterado o mal etiquetado.
En México se han detectado fraudes, pero no han sido documentados. Un ejemplo es mezclar carne de caballo y res, lo cual no causa daños a la salud, aunque se trata de un engaño a los consumidores.
“Es importante que México juegue un buen papel en cuanto a regulación sanitaria en materia de alimentos, porque siempre son cifras o datos que harán eco a nivel mundial, en general me atrevería a decir que hay muy buena confianza en los productos mexicanos, esto le agrega valor al estatus del país y a su reputación ante otras naciones”, informó Dafne Linares, directora de marketing de América Latina de NSF International.
Este agrupación colabora con las Organizaciones Panamericana de la Salud y Mundial de la Salud (OMS), además de contribuir con las empresas a combatir cualquier riesgo de fraude alimentario, mediante una de inteligencia de mercado.
REGULACIÓN
Linares consideró que las autoridades sanitarias están obligadas a regularizar a las empresas que promueven alimentos, con la finalidad de dar certeza a la sociedad.
A causa del fraude alimentario, informó, se estima que en México se registran hasta 16 mil muertes anuales debido a las enfermedades transmitidas por estos alimentos, lo cual se traduce, según el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), en un gasto de aproximadamente cien mil millones de dólares.
“El fraude alimentario tiene grandes consecuencias en la salud de las personas, puede ser desde el causar una enfermedad hasta arrebatar la vida, esto es lo más delicado y lo peor que puede ocurrir”, afirmó la directora de marketing de América Latina de NSF International.
CONSUMIDORES
De acuerdo con la experta en calidad e inocuidad alimentaria, por lo general el consumidor no puede identificar un fraude o modificación de los alimentos, a excepción de la fecha de caducidad, lo que convierte a la problemática en una responsabilidad total de instancias como la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Por su parte, abundó, las empresas también tienen la responsabilidad de asegurarse de que ofrecen productos de calidad.
“En el caso de los consumidores, su responsabilidad es mantenerse informados de todo tipo de regulaciones que se hacen a alimentos, porque gracias a esto, y a que en determinado caso que exista una irregularidad, ésta sea denunciada”, explicó.
CERTIFICACIÓN
Con el objetivo de que las grandes empresas proveedoras de alimentos cuenten con la capacitación necesaria para ofertar productos de calidad a sus consumidores, NSF International ofrece servicios de consultoría, capacitación, auditoría, inspección y certificación para la cadena de suministros alimentarios en todo México desde 1944.
Para que las empresas puedan recibir su certificación en la materia, indicó Linares, deben cumplir con varios requisitos, ser sometidos a auditorías y cumplir con estándares globales que garanticen la calidad e inocuidad alimentaria.
“La certificación dura, dependiendo el esquema, un año o dos años, pero esto también incluye varias auditorías sorpresa en la empresa en cuestión, porque no basta con que nos pongan al trabajador estrella al momento de las pruebas, sino que nosotros debemos corroborar que en realidad se trabaja bien siempre.
“En el caso de que no cumplan con los requerimientos y aun cuando la empresa tenga la certificación, puede perderla”, apuntó la directora de marketing de América Latina de NSF International.
Destaca que en el periodo de 2008 a 2013 se tenían documentadas mil 80 situaciones de fraudes alimentarios a nivel mundial, por ejemplo, el fraude de una empresa canadiense que aseguraba a sus consumidores que su producto -tomates- era cien por ciento canadienses, lo cual era un engaño.
“En ese caso en particular, la empresa se respaldó diciendo que fue un error de su sistema informático, entonces con esto quedó claro que no había una certeza”, comentó.