Nevith Condés Jaramillo llegó al periodismo como varios de sus colegas del sur de la entidad: derivado de su inquietud y activismo social.
Tenía estudios de administración de empresas y un tiempo participó en el PRD, partido del cual se alejó cuando ocurrió aquello del Pacto por México.
Después trabajó en una radiodifusora local. Su ingreso al periodismo fue de anécdota. Un día encontró unos textos de periodistas argentinos y españoles. Fue cuando decidió dedicarse al periodismo y hacerlo un modo de vida.
Así nació el El Observatorio del Sur, un portal digital que marcó tendencia por manejar información comunitaria, de la calle, de proximidad, dando voz a los vecinos de esta tierra caliente que por su lejanía con la capital mexiquense suelen ser olvidados por los políticos del centro.
Esa fue la ruta del “periodismo guache”, calificativo que hace alusión al regionalismo con el cual se conoce a los habitantes de esta zona sureña, “los guaches”.
En su portal pueden encontrarse historias de maestros que han educado a generaciones de sureños, también del curandero o de los estudiantes con ánimo de irse a estudiar a las grandes ciudades. Ese es el “periodismo guache”.
Incluso no se asumía como un periodista. A él le interesaba reflejar la realidad social de la zona sur.
Sin embargo, algo sí cuidaba, los temas del crimen organizado o noticias policiacas no estaban en su portal. También lo hacía para no deteriorar más la imagen de Tejupilco y regiones vecinas.
Pero sabía de los “señores”, “de la gente”, “la maña”. Aquel poder fáctico que convive de manera visible e invisible con los mexiquenses sureños, quienes saben de las reglas no escritas.
Condés Jaramillo advertía que esas reglas provocaban vulnerabilidad para los periodistas, pues cada reportero debía valerse por sí solo.
“No hay quién te haga el paro, más que tú mismo tienes que crearte el respaldo y confianza de la gente”, señaló en una entrevista que concedió a quien esto escribe.