Tras el hallazgo de tres cuerpos de supuestos trabajadores de pollerías en la colonia Las Granjas, en Santiago Tianguistenco, alertó a negocios acosados por grupos de extorsionadores.
Estos grupos criminales llaman a los dueños de estos negocios, les dicen en qué expendio comprar los productos y que, cada semana, deberán entregar una cuota fijada en un peso por cada kilo de pollo que vendan, denunciaron.
Así, la delincuencia fija el precio de este producto, no solo en Santiago Tianguistenco sino en todo el Valle de Toluca, pues la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) ha detectado este modus operandi en Toluca, Metepec, Tianguistenco, Ocoyoacac, Zinacantepec, Tianguistenco y Capulhuac, entre otros municipios de la región.
No tienen opción, afirman desde el anonimato, si se niegan les balean los locales o los incendian. Esa es la primera advertencia. La segunda es “un levantón” y golpes. No hay tercera; la mayoría ceden a la presión, afirmó una de las víctimas.
“Si te atrasas te cobran una multa, si no llegas a la cuota, te multan. A varios los han levantado, los golpean y ahora esto, los que mataron son del expendio de Las Tejas, están mandando un mensaje y lo recibimos bien”.
El miedo aumenta porque las agresiones son constantes, señalaron, y cada vez más violentas. En diciembre del año, en Toluca, cuatro trabajadores de un rastro de pollo fueron secuestrados por una célula del cártel conocido como La Familia Michoacana y liberados meses después.
Pero no era el primer caso, en Ixtlahuaca, meses antes, un caso similar ocurrió aunque las víctimas en esa ocasión fueron liberadas horas después.
A raíz de estos casos, la Fiscalía mexiquense confirmó que La Familia Michoacana opera sobre el acaparamiento de pollo, exige que se compre en rastros específicos y también que se pague entre un peso y 10 por kilo vendido, dependiendo del municipio.
No denuncian porque no confían en las autoridades
En las pollerías de Santiago Tianguistenco el miércoles solo se escuchaban las tijeras y las palas con las que aplanan las pechugas, no había pláticas ni risas.
Las víctimas de extorsión explicaron que ya no pasan a recogerles la cuota, todo es por transferencia bancaria y si bien han pensado en denunciarlo a la policía local, temen que estén coludidos con el crimen organizado.
Por ello pagan, tratan de no atrasarse y si es necesario, ajustan el precio de sus productos. Por ejemplo, el kilo de pechuga oscila entre los 95 y 100 pesos, pero si alguien no ha cubierto su cuota, le sube un peso.
Temen por sus vidas, por las de sus familiares y sus conocidos, pero sienten que nadie va a ayudarlos pues no se trata de delincuentes en solitario, sino de una organización criminal que impone precios y productos, por lo que, denuncian, si detienen a uno, llegan más, algunos más violentos que los anteriores.