A las mujeres del plantón Haz Valer mi Libertad, las encontré con agujas de costura en las manos. Una sonrisa a medias y pasando las posadas debajo de esas tres carpas que montaron hace 205 días frente al palacio del Gobierno del estado de México.
“Trataremos de estar alegres”, dice Lady Plácido, vocera y representante del colectivo de familias que buscan la libertad de sus familiares encarcelados.
Lady revela que, en la última visita a su hermano Daniel, él les pidió que la Noche Buena intenten estar alegres y por lo menos fingir la felicidad.
“Me dijo mi hermano que estemos bien ese día. Y por eso aquí en el plantón con las compañeras trataremos de estar bien, de ser fuertes”, explica la activista.
Ninguna de las cuatro familias que encontré este viernes de guardia en el plantón, se ha acostumbrado a vivir así. Es decir, en carpas en una calle, haciendo guardias y sin una vida normal como las que ven pasar en estos días frente a su plantón.
CENA CON POLLO
“Antes era una vida normal, yo le festejaba a mis hijos su Navidad, les hacía de comer y disfrutamos, pero ahora todo esto pierde sentido. Allá en la casa no puse ni una lucecita, nada”, recrudece Cristina Flores Jacinto, madre de de Gilberto Gómez, acusado en 2020 del delito de violación.
La familia Flores Jacinto es de San Mateo Atenco y son cuatro hijos. Allí Cristina intenta seguir con la vida, los días en que no está en el plantón.
“Vendo por catálogo, salgo con la bici a la calle y ando vendiendo para dar en el penal”, revela la mujer activista. Sus ojos siempre son tristes, aunque le alcanzó a ver una leve sonrisa porque el domingo 24 le toca visita en Santiaguito y podrá cenar con su hijo Gilberto.
“Me estoy apurando para vender, porque voy a llevarle pollo quentoqui, le gusta mucho”, sonríe Cristina y no deja de mover sus manos con las agujas que teje una bufanda.
HORNEAR PAN DE JUSTICIA
“Mi hijo hacía pan igual que yo y era estudiante. Pero le fabricaron una carpeta de investigación”, reprocha Yolanda Sánchez Miranda, madre de Jesús Gamboa Sánchez, preso en Santiaguito desde el 2015 por el delito de homicidio.
A Yolanda nadie la puede convencer en dejar de exigir la libertad de su hijo, porque dice que Jesús era un joven ejemplar.
“Aquí cada compañera debe cumplir dos guardias. Entras a las nueve de la mañana y sales a la misma hora del otro día. Y lo hacemos con gusto”, asegura Yolanda.
La mujer ha dado algunos talleres de hornear pan entre sus compañeras y participa en todas las actividades del colectivo. También está contenta porque el lunes 25 de diciembre le toca visita con su hijo Jesús.
“Le voy a llevar lo que le cocine a mis otros hijos. Esta vez me toca a mi y a la otra a su esposa y sus hijos”, explica Yolanda. Este jueves en el plantón la acompañó su nieto, el hijo de Jesús.
LOS HERMANOS LORENZANA
Esmeralda Santiago Lorenzana señala sobre la reja de la celda a sus tres hermanos: Edmundo, Enrique y Heriberto Santiago Lorenzana, presos desde hace 16 años por el delito de homicidio en Almoloya del Río.
La joven luce impaciente, sus argumentos son sólidos cuando habla que sus hermanos son inocentes. Luego desnuda su dolor. Su padre tiene cáncer de colon y uno de sus hermanos que está encarcelado, también.
“Nos preocupa porque desde que pasó el covid no lo sacan a sus chequeos”, expone Esmeralda. Aún así Esmeralda y otro de sus hermanos, hacen turno de guardia este viernes en el plantón.
Los hermanos Lorenzana son siete en total. Todos están unidos y ahora son los hijos quienes deben estar allí en la protesta por la amnistía, dice Esmeralda.
“Todo es muy difícil, nos preocupa la enfermedad de mi papá y mi hermano y debemos seguir pidiendo su libertad”, dice la joven. Lógicamente la época decembrina para los Lorenzana ha perdido todo su sentido.
