El pasado 4 de septiembre de 2015, Diego Maximiliano de 16 años salió de su hogar ubicado en la unidad habitacional para dar una vuelta con sus amigos; sin embargo, las horas pasaron pero nunca regresó debido a que había sido secuestrado.
A ocho años de estos acontecimientos familiares, amigos e integrantes del colectivo “Uniendo Esperanzas” lo recordaron con una celebración eucarística en la unidad habitacional Llano de los Báez, lugar en donde permanece un mural en su memoria.
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“Tu amor me sigue manteniendo de pie y Dios que no me ha dejado en todo este tiempo y bueno la mayoría conoce la historia de este suceso tan terrible del secuestro de Dieguito. Son ocho años que no encontramos a Diego, ocho años de lucha, de caminar por semefos, en el campo, en el canal, por las fiscalías sin hallar una respuesta, sin embargo el amor y la esperanza prevalece”, dijo Verónica Rosas Valenzuela, mamá de Diego y fundadora del colectivo.
Manifestó su exigencia de justicia para localizarlo con vida además de solidarizarse ya que su caso forma parte de los más 111 mil reportados como desaparecidos en México.
Recordó que luego de buscarlo por toda la colonia, recibió la llamada para comunicarle que Diego había sido secuestrado y sus captores exigían una cantidad millonaria por dejarlo en libertad. Los amigos y familiares, narró Verónica, juntaron parte del dinero que pedían los captores y se pagó el rescate, pero el menor de edad jamás fue liberado.
Señaló que hace ocho años, las autoridades tuvieron varias líneas de investigación pero no hicieron nada y solo se limitaron a detener a dos o tres personas en lugar de detener a toda la banda de secuestradores. De igual forma, añadió que para la búsqueda no hubo voluntad de la entonces Procuraduría para encontrar al adolescente.
“Somos más de 111 mil personas desaparecidas, sin contar a las familias que no denuncian por miedo o porque se cansan de la indiferencia institucional y la falta de aplicar todos los protocolos, las fiscalías rebasadas, la burocracia”, añadió.
Verónica aún desconoce el paradero de su hijo porque los criminales, entre ellos un presunto amigo de su hijo, se negó a dar información pese a estar encarcelado.
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“Estamos aquí por tener una respuesta a la verdad y la justicia, es un acto de memoria, también es un acto de amor porque tenemos la esperanza de encontrar a Diego vivo; necesitamos saber qué pasó con él. Hoy con ver el mural después de dos años intacto sin ser vandalizado es una forma también de que la comunidad entienda el dolor que vivimos día a día la familia de Diego, porque no sabemos dónde está y que también es un acto de memoria y de lucha”, expresó Verónica.
Al término de la celebración ofrecida frente al mural los presentes caminaron a la jardinera donde los presuntos secuestradores de Diego Maximiliano dejaron, en aquel momento, una prueba de vida.