Toluca, México.- Es de mañana, Martín debe salir a su jornada diaria en las obras de construcción de Carolina del Norte. A diferencia de otros días en que cumple su rutina, éste resulta de incertidumbre porque supo en las noticias sobre la retención de más familias migrantes.
Su condición de inmigrante, desde hace 18 años en que llegó a Estados Unidos, no se había visto tan amenazada como ahora. El Presidente Donald Trump, no es amigo de los migrantes, eso lo sabe, pese a ello, no desiste, porque su corazón y su familia está enraizada a esa tierra colorada.
“Está mal todo, este cambio afecta a muchos, no debería ser así, es cosa de esa persona (Donald Trump), que solo piensa en sí mismo, es un racista”, reprocha el padre migrante mexicano.
En días pasados, tras la ola de deportaciones y separación de familias, el Presidente Trump rectificó en la política migratoria y firmó una Orden Ejecutiva para evitar que más niños sean separados de sus padres.
A Martín eso no lo convence del todo, pues las prácticas de deportación sabe que continuarán, y sus cuatro hijos podrían estar en la condición de otros niños migrantes, pese a que nacieron en ese país.
“Ahora mucha gente lo apoya, y a habido muchos casos de odio”, relata el trabajador mexicano.
A él, lo contactamos junto con Valente y Rosa, cada uno con historias distintas de la forma en que llegaron y se abrieron paso en Estados Unidos, sin conocerse, coinciden en la misma realidad. El enlace se hace vía redes sociales. Sus relatos desvisten la condición actual que padecen los millones de familias hispanas.
“Siempre se a dicho que este país es de migrantes, pero sale uno a la calle y se ve el cambio en las personas, demuestran su odio hacia nosotros”, explica Martín.
El otro contacto es Valente, él lleva menos tiempo en Estados Unidos, en poco cumplirá los nueve años de radicar allá. A igual que Martín en las últimas semanas ha tenido que modificar su rutina diaria, crear un protocolo para evitar a toda costa una deportación.
“Ahora la mayoría de la gente nos cuidamos tanto de que la policía no te pare, por que si no tienes licencia para manejar, te arrestan, muchos prefieren pedir un aventón con tal de no manejar y arriesgarse”, refiere Valente.
También es padre de familia, y aunque su esposa tiene la nacionalidad, su situación legal no la ha podido solucionar.
Tanto Valente como Martín revelan que no están preparados en caso de una deportación. El plan es quedarse.
“No estamos preparados, pero si pasa, estamos dispuestos a luchar allá en nuestro país”, sostiene Martín.
Valente piensa de forma similar, aunque teme, porque el patrimonio está allá en Chicago.
“Estamos comprando una casa aquí, tenemos los carros, algo ahorrado y pues queremos acabar de arreglar la casa en México por si algo pasara”, comenta.
Su trabajo diario es una productora de carne, donde cumple horarios diarios y con el que sostiene su hogar.
“En los trabajos la mayoría de los empleados güeros nos decían que él (Trump), iba a mandar a todos los hispanos a sus países, después vinieron insultos y nos dicen: 'regresen a México, ustedes solo nos quitan el trabajo”, recuerda Valente.
Para evitar las deportaciones revela que han formado sus protocolos con otros hispanos, como armar grupos de WhatsApp para alertarse por las calles y rutas donde hay presencia de agentes de migración o un operativo de portación de licencias.
- El litigio de las deportaciones
Martín y Valente revelan que el proceso de una deportación conlleva varios meses y un trato poco humano. Sobretodo cuando no hay familia con quienes dejar a los menores, a los que los llevan a centros de retención y en su mayoría los regresan a México.
“El proceso de deportación, pues como ahorita, si te llevan preso tienes que esperar la Corte y que el Juez te dicte tu sentencia”, explica Valente.
Tras una detención, los migrantes son trasladados al estado de Atlanta, donde está el Centro de Detención para Inmigrantes, ahí se les registra y se les facilita un agente (portador), según la clasificación del delito por el que se les consigna.
El tiempo mínimo de espera en una cárcel de migración es de tres meses, pero puede abarca hasta un año, revelan los padres migrantes.
En ese tiempo de espera, se pierde el empleo y el contacto con la familia, no hay ejercicio de derechos.
Al otro extremo, Rosa narra una historia en la que tras varios años ha logrado la nacionalidad. El verdadero “sueño americano”, que pocos cumplen.
“Yo ya no lo padezco, duré ocho años como residente y hace diez años logré hacerme ciudadana americana”, explica Rosa, quien actualmente radica en el estado de California.
Pese a su legalidad, se solidariza con el resto de sus paisanos. En tierra ajena, eso se entrelaza más, aclara.
“Es muy triste que separen familias, pero los inmigrantes es algo que debemos tener en la cabeza, que algún día nos pueden deportar. Lo único que tienen que hacer es ahorrar dinero para cuando eso pase”, opina Rosa.
Actualmente, hay más de 11 mil 300 niños migrantes en centros de detención de estados Unidos, a los cuales se les ha aplicado la política inscrita en un fallo judicial de 1997, en el que el periodo de detención no debía superar los 20 días.
Los padres migrantes sostienen que no flaquearán ante las políticas migratorias por sus hijos. Buscar por todos los medios mantenerse en la tierra del “sueño norteamericano”.
- Para tomar en cuenta:
Más de 11 mil niños están refugiados en centros de detención
18 años tiene Martín en Estados Unidos
2 Meses dura un proceso de extradición
FRASE
No estamos preparados, pero si pasa, estamos dispuestos a luchar allá en nuestro país.
Martín, padre de familia migrante.
Estamos comprando una casa aquí, tenemos los carros, algo ahorrado y pues queremos acabar de arreglar la casa en México por si algo pasara.
Valente, padre de familia migrante.