Toluca, México.- Allan es un joven músico que huyó de la violencia de Honduras, su tierra natal. Intentó alcanzar el sueño americano, pero se quedó en México para cantarle a los latinos que viajan a diario sobre el lomo de los trenes cargueros.
“En Honduras hay mucha violencia, no hay trabajo y se sufre mucho con las pandillas, por eso todos mis paisanos se vienen para cruzar a Estados Unidos”, relata el reguetonero.
Tras vivir el martirio de cruzar por México para alcanzar la frontera con Estados Unidos, Allan decidió cantarle a los migrantes. “Compuse una canción para los latinos que se llama 'Enmigrante', ahí digo lo que se sufre por la violencia”, explica.
El pasado lunes promovió la entrega de ayuda para migrantes centroamericanos que están de paso en la capital mexiquense.
El grupo se juntó en el cruce de Tollocan y Pilares, ahí se les entregó ayuda que también donaron los lectores de El Sol de Toluca. Los jóvenes fueron ubicados por Allan, quien hace labor de activismo para ayudar a sus paisanos.
Entre el grupo, se encontraba José Antonio Bravo, salvadoreño que llegó a México a principios de año. Cuenta que ha pasado tres meses viajando en el lomo de los trenes cargueros. Se ha quedado en Toluca para juntar dinero.
Junto con José, viaja Doni Ramírez, una joven hondureña a quien conoció en el camino. Ambos han visto lo peor de la violencia que azota México, pero en Toluca han encontrado mejor suerte. Ella fue operada hace 12 días de la apendice, su herida aún es fresca y teme que la vida en las calles le provoque una infección. “Aquí en México te golpean y te violan, en Ixtepec me dieron una golpiza, me dijeron que me iban a dar mil pesos de ayuda pero sólo me engañaron, me llevaron a los manglares y ahí me golpearon”, recuerda Doni.
El reguetonero conoció a sus paisanos en una casa migrante que se ubica en Pilares, algunos continúan ahí y otros han seguido su viaje.
Allan decidió quedarse en México para hacer su carrera artística. Es inspiración para muchos latinos, pues al igual que el resto de ellos, caminó cientos de kilómetros sobre vías del tren y padeció la violencia del crimen organizado. Sólo su suerte y esfuerzo lo llevó a conseguir su residencia.