Toluca, México.- El santo milagrosoya espera la llegada de sus adoradores, dispuesto a un costado delaltar mayor de la Santa Veracruz; muchos de ellos bajan delCóporo, La Teresona o vienen de la zona de Otzacatipan a dargracias por la buena salud o el trabajo, pero también llegan losque dan gracias por la suerte de no ser detenidos o caer por unabala perdida: a éstos se les llama "chacas", un término usadopara los que se dedican a delinquir.
"Aquí bajan cada mes muchaspersonas, hay un grupo de chavos del Cóporo que trae una imagengrande que no cabe en la puerta", relata don Luis, vendedor deescapularios, el agua bendita y las estatuillas de San Judas que seinstala a un costado de la entrada a la Santa Veracruz.
La misa este lunes 28 fue a las12:00 horas y los feligreses comenzaron a llegar desde las 11:00horas, su devoción no tiene horarios.
Al interior de la iglesia, detrásdel altar mayor este día quedó solo su altar, con floreros demargaritas en cada extremo. Allí llegan los adoradores durante elmes a pedir porque se vayan los males.
Los milagros (como le llaman a lasfiguras de metal), lucen a lo largo de un retablo de terciopelorojo: los hay en forma de pierna, brazo, cabeza de ángeles yniños orando. También hay listones blancos que llevan escritosmensajes en oración para pedir el milagro. Los hay por cientos,como un reflejo de lo milagroso que es el santo.
-¡Ya en un rato van a llegar enmontones las imágenes! –dice Luis, que llegó hace cinco años ala Santa Veracruz, proveniente de la iglesia de San Hipólito, elsantuario mayor de San Judas.
Unos 15 minutos antes del mediodía,llegó Arturo, proveniente de San PabloAutopan, dice que empezó a los 13 años con la adoración, y éles uno de los cientos de jóvenes de su edad que regresan cada 28de mes con su imagen para escuchar misa.
“La verdad me hacumplido muchos milagros, por eso yo creo mucho en él; empecécuando uno de mis amigos me lo regaló, le rezo todas las nochescon mi librito”, relata Arturo, no dice más sobre su creencia,se lo guarda para su santo que lo lleva cargado en brazos, y dosmás en una bolsa pequeña que porta sobre lacintura.
-Aquí lo traigo también en labolsa, éstos sí están bendecidos, -explica elcreyente.
Al igual que Arturo, Jovany y Edgar,bajan a la Santa Veracruz cada 28 de mes sin falta, ataviados consus gorras, pantalones caídos, playeras de manga corta, suspiercing en los labios y orejas, que hacen juego con losescapularios que usan como accesorios sobre el cuello.
-Me ha hecho favores buenos, laverdad, -asegura Jovany, pero no dice más: -no me gusta hablarmucho de los milagros, -repite mientras fuma su cigarrillo sentadoen una de las jardineras de la iglesia, en descanso luego decaminar los 15 minutos que hace desde Zopilocalco cargando su SanJudas, que es de las imágenes más grandes que llegan a laiglesia.
“Mide más demetro y medio, lo tenemos desde hace un año, nos lo regalaron unosamigos, lo traemos aquí, también en la colonia Unión hacemosnuestra misa, en el Mercado 16 también hay una capillita”,relata Edgar, el otro adorador que nunca falla a lasmisas.
Los jóvenes feligreses coinciden enedad, no rebasan los 17 a 19 años, también en su forma de vestir,ropas que usan las pandillas en los barrios tradicionales y la zonanorte de Toluca, pero en particular en los motivos de laadoración, aunque no la revelan y se guardan losdetalles.
En la iglesia de San Hipólito, enla Delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México, está elsantuario más grande del santo, y donde también comenzó lacreencia de un San Judas falso, que porta el bastón del ladoinvertido, pasando del derecho al izquierdo, y se cree que éste esel protector de los delincuentes, aunque la Iglesia no lo haaceptado.
Aún así, el santuario de la SantaVeracruz desde hace cinco años se ha convertido en refugio de losfieles a San Judas, sin importar que sean “chacas” o gentecomún que van a pedirle y darle gracias.
Don Luis explica que en su puesto deaccesorios vende el libro que tiene la oración de los choferes,enfermos, el de la novena, el trabajo, para los estudiantes ytambién si así se quiere para quienes delinquen, el santo no hacediferencia.
María Luisa, una mujer de latercera edad que también llegó a la misa este lunes, revela quecada mes camina desde el Seminario hasta la Santa Veracruz,cargando su imagen que mide unos 50 centímetros. Esta vez fue apedir por su hermano enfermo.
-¡Vengo por mi hermano, a que nosayude a sanarlo o que le quite el dolor porque ya está en elúltimo paso, -pide María, mientras cuenta que hasta hace cincoaños cada 28 se iba hasta San Hipólito para cumplir susmandas.
“Muchos de losque venimos aquí ya nos conocemos porque íbamos a San Hipólitopero ahora ya hacen acá las misas”.
Este lunes las puertas de la SantaVeracruz permanecieron abiertas hasta que el último de los fielesse marchó, el San Judas ya por la tarde volvió a su rincóndetrás del altar mayor. Será hasta el próximo 28 cuando retorne,bondadoso a escuchar plegarias y atender a su seudónimo del santode las causas difíciles.
https://youtu.be/PbA_F_7bAqc