Y allí van los campesinos con el sudor que les chorrea en la cara. Rezan y pisotean el asfalto sonando los espolones hechos de argollas. Y dicen: "por eso padre mío, no olvides a este pecador", y le piden a San Isidro hacer llover. Y no dejan de danzar en zigzag apresados de las manos. Y no dejan de pedir y de sudar a chorros felices y devotos.
A la comunidad de San Gaspar Tlahuelilpan en Metepec, regresó el Paseo a San Isidro que la pandemia había echado por la borda y lo había prohibido. Le había quitado la esencia en color a este pueblo agricultor. Pero es mayo y las lluvias ya casi llegan y allí en San Gaspar este domingo salieron a bailar porque deben atraer las aguas que moje sus tierras.
He visto bailar y danzar a los más chicos con botas de hule que llevan puestas espolones de argollas, que dicen asemejan el sonido de la lluvia.
Desfile de carros alegóricos
Los carros alegóricos han salido por cientos, encima de ellos van los agricultores y familias que tiran desde las bateas dulces y pan hasta fruta. Aunque no hay abundancia en San Gaspar es casi como rezar, el regalar por la abundancia que traiga San Isidro el Labrador de tierras.
Desfilan los arrieros, desfilan las yuntas con mulas que en su ritmo van y andan como si fueran los surcos de la tierra que se afloja.
He visto los más simpáticos, los que merecen decir que son ingenio mexicano porque van forrados de cartón y dan la forma de un tractor. También desfilan triciclos que se usan para los tamales y que ahora llevan por delante la imagen de San Isidro.
Va el caballito de cartón al que le pusieron las llantitas del carrito del súper. Y éste funciona y es despampanante.
Hay carros que simulan un terreno de un cultivo de hortalizas y maíz. Al que en verdad desde hace semanas les sembraron semillas que van floreciendo en el carro alegórico. Y encima, siempre corona San Isidro en sus tantas formas. En sus tantos tamaños.
"¡Ey, dulces!", piden los niños en las banquetas y las agricultoras responden con una lluvia de caramelos que se tuestan en el asfalto quemado con el sol.
Variedad de ritmos
He visto que en el paseo suena de todos los ritmos lo cual obliga a mover los pies. Y los que van en el desfile están atados a esos ritmos y echan cumbia, echan rancheras y en camión va una montaña de sonido con bafles que se escuchan por toda la cuadra.
Los que bailan van pintados y la pintura les chorrea con el sudor y salpica sus ropas. Y pareciera que hacen que la tierra tiemble. De algún modo debe haber alguna variación en el suelo por tanto baile colorido.
Se miran a los niños vestidos de charros, de arlequines, otros de campesinas y unos de San Isidro y en el paseo se van regalando dulces y tragos de licor que dejan el paladar aún más dulce.
LAS LOCAS
A las locas todos se les arriman, se toman una selfie y tiene a carcajadas porque las locas lo pueden todo en el paseo.
Van y agarrar y frotan contra sus pechos al primer hombre que ven de frente. Van pintadas de rojo, de mejillas rosas, con trenzas y pelucas de colores. También vestidos cortos que dejan ver unas piernas sin depilar y chamorros gruesos y espaldas anchas. Van bailando al ritmo del sonidero con esa montaña de bafles.
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Es costumbre que las locas sean quienes van hasta el final del paseo porque a ellos se les permite todo, incluso abrazar y besar al que se le ponga en frente.
Este grupo quizás sea el más devotos a San Isidro porque son campesinos que solo este día cambian su apariencia para dar gusto, para bailar y pedir por las lluvias de junio.
En el Paseo de Gaspar Tlahuelilpan, el paseo es familiar y este año hubo alrededor de 200 carros alegóricos los cuales, luego de dos años, pudieron salir a las calles.