Amasar, formar y hornear hasta tener las gorditas, un pan tradicional de Tejupilco que se produce todo el año pero que en esta temporada acompaña las ofrendas que honran a los muertos.
Ahí el proceso se sigue haciendo de forma tradicional. Por la noche los más de 50 kilos de leña se ponen en el horno de adobe, donde permanecen hasta que el fuego genera el calor suficiente.
A la par que el horno se calienta, las manos de los panaderos mezclan maíz molido, huevo, azúcar, canela y piloncillo derretido para crear la masa de las gorditas.
Con la rapidez que solo dan los años de experiencia toman una parte de la masa, con sus dedos forman una pequeña pelota, que después aplastan y con las yemas crean los espacios que le darán la figura. En menos de 5 minutos 24 gorditas son puestas en las charolas para después hornearlas.
Las charolas se ponen frente al horno y con una pala de madera larga que entra hasta su interior, son acomodadas dentro del calor y ahí permanecen por 15 minutos o hasta que cambien su color y se vean doradas, con un color cafe intenso encima pero sin llegar a tostarse.
En este horno no hay manera de regular la temperatura, la única forma de medir la intensidad es acercarse hasta su puerta y sentir la calidez que genera, una técnica que se aprende con el tiempo, aseguró Humberto Prudencio, quien desde hace 42 años hornea pan.
En su panadería ubicada en la comunidad de Rincón de Lopez han comenzando a redoblar los esfuerzos porque durante los festejos de Día de Muertos llegan a hornear más de 2 mil gorditas.
En este lugar donde se sigue realizando el pan artesanal, también se crean las finas en forma de figura, un pan que forma parte de las ofrendas sureñas.
Son conejos, aves, caballos, borregos, pescados los que se crean con la masa y después se cuecen bajo la leña, los cuales se venden en 15 pesos, mientras que las gorditas se envasan con 12 piezas y son ofrecidas en $30.
Por su nombre se pensaría que las gorditas son un pan como un bollo pero cuando se miran la idea cambia porque su apariencia es parecida a la de una galleta redonda, su color es café y encima este mismo tono es oscuro y al morderla es crujiente, su textura es porosa y el primer ingrediente que se siente en la lengua es la canela, además de que la leña les da otro toque, uno más natural.
Alrededor de las 6:00 de la mañana terminan de hornear, durante toda la madrugada el aroma del pan recién horneado impregnó cada rincón del lugar y a las 5:30, antes de que amanezca, los vecinos llegan a comprar su pan, el que se disfruta mejor si se acompaña con un chocolate caliente, afirmó Don Humberto.
En Tejupilco cada pan es especial, cada familia, panadero o establecimiento tiene un toque único, por eso es que si alguien pregunta cual es el bueno, le responderán muchos nombres, dijo con una sonrisa el señor Prudencio, quien a sus 55 años no imagina una vida sin amasar, crear y hornear.
Así la panadería más pequeña que se le puede llamar tiene un cliente que dice, sino hay pan aquí, yo no compro