/ lunes 25 de mayo de 2020

Guadalupe Buendía, “La Loba”, impuso su liderazgo con amenazas y temor

Protagonizó una balacera que la condenó a 500 años de prisión cuando fue derrotada en las urnas por el movimiento antorchista

Chimalhuacán y Guadalupe Buendía Torres, “La Loba”, dos nombres imposibles de separar en las últimas dos décadas del siglo XX; el primero por ser un municipio conformado por asentamientos humanos irregulares; la segunda, por ser una lideresa social querida por algunos, pero también la más temida por muchos.

Situado a apenas 30 kilómetros de la Ciudad de México, el municipio de Chimalhuacán compartió con Nezahualcóyotl el lastre de ser receptor de los desechos sólidos de la hoy Ciudad de México, por lo que carecía de servicios básicos en la década de 1980; sin embargo, constituyó una opción de residencia para los capitalinos que luego de los sismos de 1985 quedaron sin vivienda, pero también para los migrantes de otras entidades del país que llegaban en busca de oportunidades de vida.

Ese escenario constituyó el marco perfecto para que María Eulalia Guadalupe Buendía Torres iniciara las actividades que le brindaron fama, jugosas ganancias, influencia y el sobrenombre de “La Loba”, logrando imponer así su mandato por encima de la ley.

De acuerdo con historias publicadas en la época, Guadalupe Buendía, como también se le identificaba, inició su liderazgo a fuerza de amenazas para lograr obediencia y lealtad a través del terror, entre un grupo de recolectores de basura y pepenadores que trabajaban del lado de Chimalhuacán en el tiradero conocido como Neza Bordo.

La Loba” tenía facilidad para organizar a las personas que las rodeaban y empezó por convencerlos de invadir predios cercanos al tiradero para tener una vivienda, por lo que les “vendía” los terrenos a precios comerciales y los asesoraba para construir casas con madera y láminas de cartón.

También te puede interesar: Gloria, del campo al templo

Posteriormente se convirtió en fraccionadora, pues invadía predios, principalmente de propiedad federal, los lotificaba rápidamente y los vendía aprovechando la demanda de suelo barato para la construcción. Es de resaltar que, junto con otras asociaciones y grupos de Chimalhuacán y municipios cercanos, organizaba manifestaciones a la ciudad de Toluca para exigir al gobierno del estado la regularización de predios y dotación de servicios públicos.

La irregularidad que prevalecía permitió a “La Loba” hacerse del control de actividades como la recolección de basura a través de alrededor de 600 carretones que –se dice– le redituaban en promedio 10 mil pesos semanales, pero también manejaba el transporte público, principalmente taxis, que prestaban el servicio de manera irregular, pero cuyos operadores debían entregarle cantidades económicas de cuyos montos sólo ella tenía conocimiento.

Guadalupe Buendía tejió una red de alianzas y complicidades que le permitieron estar en contacto con políticos de diversa filiación partidista, pero principalmente con los partidos del Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD), cuyos mítines y actos públicos contaban con la presencia de miles de sus seguidores y, en consecuencia, favores que cobrar cuando arribaban a los cargos públicos.

La Loba” era identificada a la distancia por el maletín, tipo portafolios, que siempre la acompañaba y que no pocos sabían que no era para transportar papeles y objetos personales, sino para llevar consigo un arma de fuego, de alto calibre y que sólo mostraba para decir:

Yo no necesito matones que me cuiden, con ésta yo me cuido sola.

Sin embargo, en el año 2000, abanderado por el PRI, el dirigente de Antorcha Campesina en la entidad, Jesús Tolentino Bojórquez, ganó la presidencia municipal de Chimalhuacán, por lo que al ver amenazado su poder “La Loba” quiso impedir, el 18 de agosto, la toma de posesión y protagonizó una balacera desde la misma sede del gobierno municipal y en la plaza principal, que causó 49 lesionados y 9 personas fallecidas.

Fue hasta el 25 de agosto, en el municipio de Zinacantepec, donde supuestamente tenía familiares y en una casa donde había acudido a que le hicieran una “limpia”, que Guadalupe Buendía fue detenida por esos hechos violentos. También fueron detenidos su hermana María Cristina Buendía Torres, su hijo Hugo Adelaido Herrera Buendía y su esposo José Adelaido Herrera Delgado.

María Eulalia Guadalupe Buendía Torres, “La Loba”, recibió la histórica condena de 500 años de prisión por los delitos de homicidio, lesiones, daño en los bienes y ocupación ilegal de edificios e inmuebles destinados al servicio público.

Este domingo, 25 de mayo, la otrora poderosa y tenida lideresa de Chimalhuacán falleció víctima de un paro respiratorio a consecuencia de la enfermedad Covid-19, en un hospital privado de la ciudad de Toluca, donde también se encuentra internado y en estado delicado su hijo Hugo Adelaido Herrera Buendía.

Chimalhuacán y Guadalupe Buendía Torres, “La Loba”, dos nombres imposibles de separar en las últimas dos décadas del siglo XX; el primero por ser un municipio conformado por asentamientos humanos irregulares; la segunda, por ser una lideresa social querida por algunos, pero también la más temida por muchos.

Situado a apenas 30 kilómetros de la Ciudad de México, el municipio de Chimalhuacán compartió con Nezahualcóyotl el lastre de ser receptor de los desechos sólidos de la hoy Ciudad de México, por lo que carecía de servicios básicos en la década de 1980; sin embargo, constituyó una opción de residencia para los capitalinos que luego de los sismos de 1985 quedaron sin vivienda, pero también para los migrantes de otras entidades del país que llegaban en busca de oportunidades de vida.

Ese escenario constituyó el marco perfecto para que María Eulalia Guadalupe Buendía Torres iniciara las actividades que le brindaron fama, jugosas ganancias, influencia y el sobrenombre de “La Loba”, logrando imponer así su mandato por encima de la ley.

De acuerdo con historias publicadas en la época, Guadalupe Buendía, como también se le identificaba, inició su liderazgo a fuerza de amenazas para lograr obediencia y lealtad a través del terror, entre un grupo de recolectores de basura y pepenadores que trabajaban del lado de Chimalhuacán en el tiradero conocido como Neza Bordo.

La Loba” tenía facilidad para organizar a las personas que las rodeaban y empezó por convencerlos de invadir predios cercanos al tiradero para tener una vivienda, por lo que les “vendía” los terrenos a precios comerciales y los asesoraba para construir casas con madera y láminas de cartón.

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Posteriormente se convirtió en fraccionadora, pues invadía predios, principalmente de propiedad federal, los lotificaba rápidamente y los vendía aprovechando la demanda de suelo barato para la construcción. Es de resaltar que, junto con otras asociaciones y grupos de Chimalhuacán y municipios cercanos, organizaba manifestaciones a la ciudad de Toluca para exigir al gobierno del estado la regularización de predios y dotación de servicios públicos.

La irregularidad que prevalecía permitió a “La Loba” hacerse del control de actividades como la recolección de basura a través de alrededor de 600 carretones que –se dice– le redituaban en promedio 10 mil pesos semanales, pero también manejaba el transporte público, principalmente taxis, que prestaban el servicio de manera irregular, pero cuyos operadores debían entregarle cantidades económicas de cuyos montos sólo ella tenía conocimiento.

Guadalupe Buendía tejió una red de alianzas y complicidades que le permitieron estar en contacto con políticos de diversa filiación partidista, pero principalmente con los partidos del Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD), cuyos mítines y actos públicos contaban con la presencia de miles de sus seguidores y, en consecuencia, favores que cobrar cuando arribaban a los cargos públicos.

La Loba” era identificada a la distancia por el maletín, tipo portafolios, que siempre la acompañaba y que no pocos sabían que no era para transportar papeles y objetos personales, sino para llevar consigo un arma de fuego, de alto calibre y que sólo mostraba para decir:

Yo no necesito matones que me cuiden, con ésta yo me cuido sola.

Sin embargo, en el año 2000, abanderado por el PRI, el dirigente de Antorcha Campesina en la entidad, Jesús Tolentino Bojórquez, ganó la presidencia municipal de Chimalhuacán, por lo que al ver amenazado su poder “La Loba” quiso impedir, el 18 de agosto, la toma de posesión y protagonizó una balacera desde la misma sede del gobierno municipal y en la plaza principal, que causó 49 lesionados y 9 personas fallecidas.

Fue hasta el 25 de agosto, en el municipio de Zinacantepec, donde supuestamente tenía familiares y en una casa donde había acudido a que le hicieran una “limpia”, que Guadalupe Buendía fue detenida por esos hechos violentos. También fueron detenidos su hermana María Cristina Buendía Torres, su hijo Hugo Adelaido Herrera Buendía y su esposo José Adelaido Herrera Delgado.

María Eulalia Guadalupe Buendía Torres, “La Loba”, recibió la histórica condena de 500 años de prisión por los delitos de homicidio, lesiones, daño en los bienes y ocupación ilegal de edificios e inmuebles destinados al servicio público.

Este domingo, 25 de mayo, la otrora poderosa y tenida lideresa de Chimalhuacán falleció víctima de un paro respiratorio a consecuencia de la enfermedad Covid-19, en un hospital privado de la ciudad de Toluca, donde también se encuentra internado y en estado delicado su hijo Hugo Adelaido Herrera Buendía.

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