Habilitan casas como bares clandestinos cerca de la FES Acatlán

Logran esquivar operativos

Por Patricia Venegas

  · miércoles 24 de enero de 2018

Foto cortesía

Naucalpan, México.- En casas particulares funcionan bares clandestinos cerca de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán (FES), donde estudiantes diariamente acuden a consumir cerveza, mezcal o la llamada “birindonga”, mezcla hecha con alcohol de caña, chamoy y refresco de cereza.

En la calle Tres de la colonia Tercer Mundo, se encuentran bares clandestinos en casas particulares que logran esquivar los operativos realizados en la zona gracias a la vigilancia que ejercen, así como el uso de cortinas o lonas para disimular su entrada.

No hay avisos o letreros que anuncien los locales, los mismos habitantes de esa calle te indican donde se realiza la venta de alcohol.

Los estudiantes no tienen que consumir alimentos, y no hay señalamiento alguno que indique la ruta de evacuación.

Los domicilios particulares se han adaptado para tener un baño de hombres y mujeres y para que se utilice el espacio como punto de encuentro entre universitarios y jóvenes del CCH Naucalpan.

En ”El Tercio” se utiliza un pedazo de tela para ocultar el ingreso. La música delata un patio con seis bancas largas en las que grupos de estudiantes consumen cerveza y pulque.

La misma dueña de la casa, es la que atiende y cobra hasta los vasos que se utilizan para servir el líquido.

En la ”tiendita” el espacio es muy reducido, el negocio consiste en el patio de una tienda que aparte de cerveza, ofrece a sus clientes un paquete que incluye una botella de alcohol de caña y un refresco por 60 pesos.

En la calle normalmente conviven niños que juegan, a pesar de que los jóvenes suelen salir bajo los efectos del alcohol.

Un estudiante universitario que prefirieron no dar su nombre comentan que antes estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan frecuentaban este tipo de lugares.

”Antes los chavos bajaban y había más bares, pero ahora van a otros lados” señalaron.

Al entrar, el olor a mezcal y a cerveza envuelve a los visitantes. La música suena a todo volumen. En un ambiente de fiesta apenas se distinguen las voces de jóvenes entre 15 y 20 años que beben y fuman.

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