La campaña de vacunación continua en todo el país, por una arte existen personas que parecen ansiosas por recibir la dosis correspondiente mientras que otras admiten no querer vacunarse ya que consideran que no es necesario y que solo con aplicar medidas preventivas evitarán contagiarse.
Nicolasa Guzmán García, de 48 años de edad y originaria de un reducido grupo de Otomís que habitan en el municipio de Atizapán, pasa gran parte de su día en la colonia Adolfo López Mateos creyendo que el Covid-19 es real; sin embargo, no siente la necesidad de vacunarse.
No salgo mucho de mi casa, hago los quehaceres domésticos.
Lo anterior luego de admitir que tiene miedo a las reacciones adversas de las vacunas. "No puedo decir si esta vacuna es buena o mala, porque no sé cómo se hizo, quién la hizo y qué contiene (...) Yo misma preparo mi medicina tradicional, tengo más confianza en ella.
Su medicina es una mezcla de hierbas que le ayuda a los problemas respiratorios y una especie de bebida hecha con flores de caléndula o agua de la planta de ruda para la fiebre.
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Por otra parte Osvaldo, un obrero en una fábrica de Tlalnepantla tiene 55 años y ninguna vacuna puesta. Cree en las vacuna pero sus padres optaron por no vacunarlo. Tuvo todas las enfermedades prevenibles: sarampión, viruela, paperas y, dice con orgullo, “sobreviví”.
Le parece que la vacuna es una buena salida a esta pandemia pero rechaza la posibilidad de aplicársela porque quiere dejársela a quienes más lo necesitan.
Su padre de 89 años sí se registró para recibir las dosis y estar protegido pero ni su mamá ni su abuela darán "su brazo a torcer" porque le tienen rechazo a las vacunas en general y porque aseguran haber sobrevivido a todas las enfermedades contagiosas, así que no le temen al Covid.
“No soy conejillo de indias”, dice Carmelita, habitante de Tlalnepantla. Ella es la hermana mayor de tres mujeres que rebasan los 59 años y que deben de vacunarse, pero es, sobre todo, la única que rechaza la vacuna.
No importa que su hermana menor, química de profesión, le haya pedido que confíe en la aplicación, y explicado que no le va a causar secuelas. “No importaría, incluso, si su eficacia es sólo del 10%, porque ese 10 por ciento te va a ayudar a luchar contra el virus en caso de contraerlo”.
Ella rechaza la vacuna porque está segura de que la están probando en vivo y en directo en la población para conocer sus efectos adversos, le preocupa más que las “estén probando” en personas mayores. “Ya no somos productivos, por eso la aplican en nosotros”, recalca.
Su opinión es similar a la de varios mexiquenses mayores que rechazan la vacuna como ella, por argumentos similares.