En las filas de ingreso al auditorio hubo muchas selfies por parte de la generación millennial que se alistaba para ser vacunada contra Covid-19, tras unos minutos, las cámaras captaron sus sonrisas mientras el piquete de la aguja les tocaba el hombro.
En esta jornada de vacunación había unos rostros y cuerpos distintos a los de otros períodos: estaban los de tatuajes en el brazo, las chicas de los piercings, las del cabello color morado y verde. Había madres con bebés en brazos, pañaleras y tecleando el celular, chavos profesionistas que usan playeras tipo polo y camisas a cuadros con corbata.
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DOS AMIGAS
A las filas llegaron Pamela y Talia, la primera de 32 y la segunda de 33 años. Dos amigas desde la secundaria las cuales ahora son madres solteras.
"Ya nos toca a los chavorrucos", reía el dúo de amigas mientras esperaban sentadas su turno en la fila de un auditorio que lució repleto en el cual había al menos 15 hileras de 60 personas. De acuerdo con sus testimonios, ambas mujeres se levantaron en la madrugada para llegar antes de las 6:00 horas a la sede donde les tocó vacunarse.
“Yo creo que es nuestra responsabilidad”, dice Pamela. Las dos madres solteras trabajan para una fábrica en la zona industrial de Lerma, donde es posible contagiarse en el almuerzo, la maquinaria o el camión de traslado de personal.
“Sí somos de las que nos echamos nuestros tequilas, pero en casa, solas”, asegura el grupo de amigas.
Decidieron vacunarse porque ambas son madres y es la forma de dar decirles a sus hijos que respeten al virus.
Talia se sentó detrás de Pamela y fue la primera que recibió la dosis. Se quitó su chamarra para descubrirse el hombro izquierdo. Se le miran algunos tatuajes que hacen juego con su cabello morado y su blusa negra.
Luego, en su turno, Pamela sacó su celular y se tomó una selfie mientras la enfermera le inyectó la dosis. Las dos pasaron contentas los 20 minutos obligados después de la aplicación de la vacuna.
El auditorio del centro de Almoloya de Juárez, estuvo repleto todo el día de la primera jornada para las personas de 30 a 39 años. “Es un buen augurio”, comentan los siervos de la nación que coordinaron todo.