Toluca, México.- Jazmín tiene moretones en el rostro, manos y vientre. Las lesiones se enciman unas sobre otras y no terminan de sanar, cuando ya vuelven a aparecer unas nuevas. Lleva 18 años en la misma condición.
Jazmín confundió el tener un hogar con la esclavitud doméstica a la que fue sometida por un agresor, como hoy se le podría llamar a su marido.
“Mi sobrina me llamó por teléfono para que llevara una patrulla y una ambulancia porque a su mamá la estaban matando”, revela Rosalinda, hermana mayor de Jazmín.
Rosalinda platica sobre lo ocurrido a su hermana, frente al Centro de Justicia para la Mujer, ubicado en el Paseo Matlazincas de la Ciudad de Toluca. Este jueves acudieron para levantar la denuncia por violencia intrafamiliar.
“Ella se casó hace 18 años, enamorada, pero a las pocas semanas dejamos de saber de su vida, se aisló”, recuerda Rosalinda.
Hace 18 años Jazmín contrajo matrimonio, oriunda de Zinacantepec, donde formó a su familia ilusionada de un futuro próspero.
Ese hogar nunca lo logró, a los pocos meses comenzó su esclavitud doméstica. No había permisos para ir a su casa, no pasatiempos con amigas, no gustos de asistir a una fiesta o convivencia. Los celos de su esposo por el mundo externo la recluyeron en un secuestro en su propio hogar.
“Mi hermana tenía prohibido ir a la casa a visitarnos y de un momento a otro no la volvimos a ver, fue hasta después de diez años, ya cuando tenía a mis sobrinos, al más chico lo conocimos a los dos años”, relata Rosalinda frente al centro de justicia.
Ella acompañó a su hermana para presentar la denuncia, tiene bajo resguardo a tres de sus sobrinos. Darán la lucha para rescatar a Jazmín.
Hace dos semanas Jazmín rompió su silencio y acudió al Registro Civil para realizar su proceso de divorcio, sin embargo, dudó tras recibir amenazas de su marido.
“Ya había acudido a realizar el proceso para su divorcio, pero sus suegros y su esposo la amenazaron diciéndole que si se iba, le quitarían a sus hijos y sus pertenencias, entonces se regresó a su casa”, detalla Rosalinda.
La agresión y sometimiento no sólo lo padeció Jazmín, cuenta su hermana, también sus hijos, a quienes los rechazaban y les privaban del alimento.
“Mis sobrinos crecieron con anemia, porque no les daban de comer, mi hermana trabajaba haciendo limpieza en casas ajenas y hasta que regresaba les daba de comer”, relata.