Cuando Marlene Gutiérrez Ventura dice que pondrá su idea de traducir el otomí al español en una aplicación y que se pueda descargar a cada celular, sonríe.
La joven se enfrasca en un sueño en el que quisiera ver a los habitantes de su comunidad usando su aplicación para comunicarse en el camión, cuando acuden a la clínica, o también para que los niños de su pueblo no olviden su lengua.
“Cuando hice mi servicio social en el hospital de aquí de Temoaya, me di cuenta que los doctores no le entendían a las personas que hablaban otomí”, explica Marlene Gutiérrez sobre lo que observó y la inspiró.
Hace nueve meses le surgió la idea de la app. Su proyecto se denomina Xfi, que significa en otomí “decir” y es un prototipo de software para traducir el otomí a español y viceversa.
“Más adelante pretendo que se haga uso de mi aplicación desde cualquier dispositivo móvil, o computadora que tengamos al alcance”, expone Marlene.
Proyecto escolar
El proyecto de Xfi fue presentado por Marlene en su momento ante sus profesores de la Universidad Mexiquense del Bicentenario, de donde es egresada. Comenzó como un proyecto escolar que le ayudó a sumar puntos en sus clases.
“Se lo presenté a mis profesores, ellos me asesoraron, pero luego salí y quise continuar en el proyecto”, dijo la joven.
En las aulas Marlene armó la base de datos del software, que actualmente cuenta con 100 palabras. Luego, como prueba piloto, lo subió a la red para hacer su presentación en la universidad y se percató que la app operó con éxito.
“Es complicado porque también para mantener el software en la red, es caro”, explica la joven ingeniera.
Una app para no perder la identidad
Marlene quiso continuar con el afán de crear una app que haga un servicio social de traducir una lengua y sea una herramienta pedagógica que se use en el sistema básico educativo. Dice que los niños y los jóvenes la necesitan para no perder su identidad otomí.
“Mi objetivo es que la aplicación sirva a los niños y niñas para aprender a hablar y escribir, usando la gramática”, expone.
Además, su plan es exponer su proyecto a otros sectores, como al gobierno y los empresarios, para poder llevar la aplicación a las zonas rurales del estado de México y usarla como traductor en los centros de salud. También en las oficinas de gobierno, donde no hay personal capacitado para atender en la lengua otomí.
La mueve su sangre
Mientras Marlene explica de forma diestra sentada maniobrando con su laptop, Emelia Ventura, su madre, la observa y dice que está orgullosa de su hija.
“Yo le digo que le eche ganas, que la apoyamos”, expresa Emelia con el acento otomí en sus frases, porque está más acostumbrada a comunicarse en su lengua.
Marlene usa a Emilia como su alumna para experimentar con el software. Le pide que escriba palabras para traducir, pues parte de su objetivo, es que la app en un futuro se pueda usar por todos, e incluso solo con la voz.
“Me gustaría que solo con la voz se pudiera traducir”, dice Marlene y sonríe, porque su proyecto la sigue inspirando.
Emelia dice que la aplicación serviría de mucho en el pueblo y comparte la emoción de su hija, en que pronto el software se pueda instalar en celulares.
En Temoaya el 24.67 por ciento de los habitantes hablan otomí, según cifras del Inegi, y esa estadística preocupa a Marlene, porque expone que debería ser más alta la cifra. Y Emelia coincide.
“Yo ya no sé hablar bien, entiendo un 90 por ciento, por eso hasta a mí me ayudaría la aplicación”, señala la joven de 24 años.
Falta apoyo
Por el momento, el único apoyo es su familia, el proyecto aún no ha jalado las miradas de inversionistas ni del gobierno.
La primera fase del proyecto, fue ingresar palabras solas a la base de datos del software. Y la segunda es ingresar oraciones completas. Pero aún ese proceso, está en planes.
“No he buscado apoyo, porque aún le falta al proyecto”, dice Marlene.