Hace un par de meses Pablo llegó al estrecho departamento en San Lorenzo Tepaltitlán que está sobre la calle Prevista Ferrocarriles y lo transformó en su taller de cartonería.
En dos habitaciones caben todas las piezas que va creando el artista. Algunas están en su etapa básica, vestidas aún con el color natural del papel craft; otras en su última forma.
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A su taller le llama “El Bicho”. Pablo Emmanuel Salazar cuenta que supo de la cartonería hace ocho años, cuando conoció a su profesor Gabriel, un maestro en hacer figuras de cartón, radicado en Iztapalapa.
Fueron dos años de capacitarme, tomar cursos y aprender a manipular los materiales y obtener mi propia técnica.
MATERIALES
La cartonería con la que maniobra Pablo tiene de base el papel craft, pliegos de periódico, hojas de reuso, alambre, carrizo, moldes de plastilina y pinturas de acrílico. Con este material básico ha logrado crear piezas diversas: diablos, calaveras, ajolotes, diversos animales y gatos.
Esta última forma la adapta en diferentes circunstancias, como usarlos para un nacimiento navideño.
Vas produciendo según lo que te imaginas, lo que quieres expresar, y vas puliendo tu técnica.
Una pieza que ha hecho en este año es el humanoide en forma de Covid; lo pintó de color verde y le puso una cabeza de diablo con una lengua por fuera. Dice que es como representar a un “Judas”.
“Ahora el judas por excelencia es la Covid”, dice Pablo y sonríe al explicar la razón por la que ha creado esta pieza.
MERCADO
La marca de “El Bicho” tiene un enfoque más cultural y de difusión del arte de la cartonería mexicana, más que un sello de un producto que se ofrece en serie de forma comercial, explica Pablo. Su meta no es lucrar con sus creaciones, sino incentivar a los jóvenes a que aprendan la técnica.
“No es algo comercial, lo que hago se vende como artesanía, porque la cartonería es un producto cultural, es un patrimonio”, expuso el artista mexiquense.
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Las piezas que crea Pablo se exponen en festivales, ferias, museos, encuentros de cartonería, ofrendas del Día de Muertos y la quema de Judas.
“Las piezas tienen un valor cultural, por eso las adquieren para colección, mostramos la cultura de México de sus usos y costumbres, pero en cartón”, añade.
Actualmente, las piezas sólo se venden por pedidos especiales. “No se producen en serie, nos sentamos un día y lo que salga”, dice.
De esta forma, Pablo pretende crear un colectivo o una asociación de cartoneros, más que una empresa con la que pueda lucrar.
LABOR ALTRUISTA
Con “El Bicho”, Pablo realiza talleres con jóvenes en los que les ofrece su experiencia en el manejo de la cartonería, como parte de su labor social.
Hace cinco años realiza dichos talleres en la capital mexiquense y pretende seguir ampliando los cursos para llegar a más jóvenes.
* Toma inspiración de su gatita rayada
“Fue la Bicha la que me inspiró”, dice Pablo sonriente mientras carga entre sus brazos a la gatita rayada que recogió de la calle desde pequeña. Ahora su taller de cartonería lleva el nombre de la felina.
“El nombre surgió gracias a Bicha, mi gatita que tengo desde muy pequeña y al momento que estaba pensando el nombre, ahí andaba jugueteando y dije por qué no ponerle 'El Bicho' y así quedó”, explica Pablo Emmanuel Salazar
Son múltiples figuras las que Pablo saca de su imaginación, en sus horas sentado frente a su mesa, con las pinturas rociando aroma y con el papel tomando forma mientras se seca.
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Algunos de esos pedazos de papel tienen forma de gato y el felino puede lucirse en el nacimiento del Niño Dios o como un alebrije.
Todas las piezas llevan, en algún modo, la inspiración de “Bicha”, la mascota de Pablo.
Es mi compañera, tengo otros cuatro gatos, pero ella es la que siempre anda aquí jugando.
El logo del taller es un gato color negro decorado con flores, porque en algún momento la “Bicha” jugaba en el jardín y Pablo decidió retomar la escena para la imagen que representa a su taller.
“Mi gatita es mi inspiración y, de alguna forma, en cada pieza se refleja el amor que le tengo”, comenta Pablo; sin embargo, por las razones que explica Pablo, ninguno de sus gatos hechos arte en cartón es similar a la “Bicha” y no la ha usado para tomar las formas en sus piezas.
“Ninguna tiene la forma de la gatita, si puedes ver, ella tiene sus rayas y ningún gato de las piezas se parece a ella”, dice.
TALLER
El taller de Pablo, que en sí es la sala de su pequeño departamento, está repleto de piezas en construcción. Sobre los rincones, de extremo a extremo, están dos enormes catrinas, las cuales aún requieren los trazos con la pintura de acrílico.
Sobre un juguetero, como si fuera un altar, Pablo instaló una sinfin de piezas, entre ellas una que tiene la forma del artista. Dice que fue un regalo que le hizo algún maestro cartonero, igual que una figura del luchador Atlantis y otro muñeco que tiene un parecido a Chabelo.
Algunas piezas me las han regalado, pero la mayoría las he hecho.
El taller de cartón de Pablo refleja casi todo de él: sus inicios, los anhelos de extenderse y el amor por su gata “Bicha”. Aunque el lugar es acogedor, ha pensado en mudarse. En seguir otros rumbos con el fin de buscar más inspiración.
Mientras tanto, disfruta las tardes al tiempo en que moldea y suena su música en tanto el cartón se seca y debe poner las otras capas a su pieza.