Toluca, México.- "Hoy entendemos que la justicia es un bien público que se va tejiendo en todas las convivencias ordinarias, pero también se va tejiendo en todas las convivencias ordinarias, pero también comprendemos que eso necesariamente redimensiona las tareas del Estado", externó el secretario de Justicia y Derechos Humanos, Rodrigo Espeleta Aladro, quien agregó que su obligación es entender el servicio público como la tarea permanente y constante.
Ante el gobernador de la entidad mexiquense, Alfredo del Mazo Maza, y al emitir su mensaje en el marco del CVII aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, el funcionario estatal dijo que la victoria más grande de dicho movimiento fue la ley: “de todos y para todos”.
Durante este evento, en donde también se hizo entrega del Premio Estatal del Deporte, dijo que la Revolución representa el primer ensayo de nuestra patria para incorporar la pluralidad a la vida pública en un orden institucional: “la perspectiva de muchos para la Nación de todos”.
Sostuvo que muchos han hablado, sobre todo en este año de su centenario, de cómo la concepción del país cambió a partir de la Constitución de 1917. “Y hoy, en el Gobierno que encabeza Alfredo Del Mazo Maza, estamos nuevamente haciendo un replanteamiento a los conceptos y alcances de la justicia y, con ello, de las responsabilidades del Estado”.
Y es cierto, abundó, la ley es condición necesaria de justicia y de prosperidad. Pero también es cierto que con el paso de los años, con la capacidad que tiene la realidad de actualizar nuestros planes, “hemos visto que la ley no es suficiente para ofrecer justicia”.
“Tampoco ha sido suficiente el empeño permanente del Estado por erigirse como proveedor de servicios públicos porque, si bien hoy estamos en capacidad de ofrecer una cobertura prácticamente universal en materia de educación o en salud, hemos detectado que, desde ese rol, también hay injusticias”.
El funcionario señaló que la justicia se vulnera en las interacciones más ordinarias; que una simple disputa entre vecinos puede terminar en un problema más complejo cuando el Estado no asume su tarea de conciliador.
“Hemos aprendido también que, a veces, las víctimas exigen reconocimiento porque no existe el resarcimiento y que esa justicia tiene precisamente el poder del alivio. Y hemos ido cambiando nuestras leyes para que incorporen esos aprendizajes”.
Finalmente, indicó que la justicia no se dirime únicamente en los tribunales, sino que implica interacciones que van desde que un servidor público haga su trabajo para que una persona pueda ingresar a un hospital, hasta que los ciudadanos puedan confiar en sus vecinos porque saben que el Estado respalda esa confianza.