Toluca, México.- En el rincón del Panteón General, a espaldas de la capilla de la Virgen de la Soledad, permanecen las fosas vacías que en épocas pasadas albergaran los cuerpos de soldados caídos en la Revolución Mexicana y otras guerras posteriores.
El terreno fue tan solicitado en esos tiempos que llegó a albergar más de 20 mil cadáveres sin identificar.
La historia del panteón deja un apartado para sus fosas, pues aunque actualmente el llamado Terreno de Hospital (HP) está ubicado en el panteón municipal, en el de la Soledad, se resguardaron casi un siglo.
"A toda la parte trasera del panteón se le llamaba terreno de hospital, aquí venían y depositaban los cuerpos de aquellos que combatieron en la Revolución en su mayoría", explicó José Antonio Guadarrama, sobre la antigua fosa común del Panteón General.
Durante los años de 1910 a 1920, la fosa común de Toluca llegaba a albergar por día hasta mil cuerpos, que llegaban por cientos y eran sepultados en montones.
“En aquel entonces no se daban abasto para enterrar los cuerpos y la fosa llegó casi al máximo de su capacidad”, comentó el cronista del panteón.
Entre los relatos que se cuentan de esa época, es que los presos de las cárceles regionales eran trasladados desde sus celdas con ayuda de camiones, hasta el cementerio toluqueño, donde a pico y pala excavaban por horas e incluso días, reveló José.
“Se traía a los presos como una forma de penitencia, se les obligaba a excavar, no sólo las fosas comunes, también los pozos normales, por eso las tumbas más viejas tienen hasta tres metros de profundidad”.
Entre los 21 mil metros cuadrados que tiene el panteón, las fosas comunes ocuparon casi la mitad, pero en el año de 1978, con la creación del panteón municipal, los cuerpos que aún no eran considerados restos áridos, fueron sacados y llevados al nuevo cementerio.
José Antonio reveló que aunque los cuerpos hayan sido enterrados 20 años atrás, los protocolos de la actual Fiscalía estatal señalan que deben conservarse enumerados, en cajas y un número de lote, listos para ser exhumados.
“Es raro que se haga una exhumación de un cuerpo pero si llega a pasar, porque son casos sin respuesta”, apuntó el administrador.
El espacio de la antigua fosa común ahora la ocupan tumbas normales, de personas a quienes sus familiares les llevan flores y ofrendas cada Día de Muertos.
Pero el siglo pasado, allí estaban los cuerpos de quienes fueron recogidos en alguna carretera, hallados descuartizados, con el tiro de gracia o carcomidos en algún paraje lejano y su identidad sigue en el anonimato.
Por algunos rincones aún se pueden encontrar pedazos de tierra sueltos, absorbidos por la hierba y el olvido. Son las señas de que ahí existieron las fosas comunes.
“Ya no hay cuerpos, quizás algún hueso que se llega a encontrar, pero no cuerpos enteros”, aseveró José Antonio, al caminar por las brechas que separan una tumba de otra.