Sin una cruz, sin un un nombre, sin una flor y al rincón del panteón municipal de Toluca, se localiza un espacio destinado para las almas que descansan cobijadas por el olvido: la “fosa común”, un lugar donde la tierra grita al viento las voces de quienes se han encontrado con la muerte en la oscuridad del silencio.
El sonido de un rehilete impulsado por el viento que adorna una de tantas tumbas del cementerio municipal, es la puerta de entrada a la zona conocida también como el “Terreno de Hospital”, según trabajadores del lugar.
En uno de los rincones, se encuentra este espacio de 100 metros de largo y 50 de ancho. Sobre la tierra casi suelta, hay enterradas cruces, que aunque no son de los restos, son clavadas para que el espacio no luzca más abandonado.
El olvido se respira, el colorido del resto del cementerio es evidente y la falta de una flor que lo adorne, hacen de este lugar una zona de silencio y soledad.
Son “trozos de vida interpretados a quienes la oscuridad del olvido les cobija”, refiere un pedazo de concreto en forma de un triángulo que al igual de las cruces fueron colocados en el lugar para navegar las aguas del silencio.
Fosa Común 1984, es la firma de este texto esculpido en la piedra, que indica la edad de esta zona donde son colocados los cuerpos inertes del anonimato. Es decir, de quienes fueron y hoy ya no son, pero etiquetados sin un nombre.
Hilera uno-Fosa 19, son las letras que lucen cruces de color negro y que indican donde han sido colocados los cadáveres envueltos en toneladas de tierra y olvido.
Hasta el año de 1974, los cadáveres sin identificar eran enterrados en el panteón de la Soledad, el cual mantuvo en custodia las fosas desde la época de la Revolución (1910), pero una vez inaugurado el panteón municipal, los cuerpos se trasladaron a este sitio.
Actualmente esta zona de casi mil 500 fosas, sigue recibiendo aquellos cuerpos que después de casi un mese de permanecer en las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo), no fueron identificados.