Los adolescentes que están en problemas con la ley han visto agravada su situación emocional y su salud mental durante el confinamiento sanitario, pues si ya antes enfrentaban el desinterés y abandono de sus familias, ahora además enfrentan violencia y rechazo.

Así lo señaló la maestra en Criminología y Criminalística Gabriela Lucila Estrada, adscrita a la Preceptoría Jvenil de Reinsersión Social de Toluca, quien destacó que el encierro al que nos obligó la pandemia por Covid-19 requirió atenderlos a través de las tecnologías de la información, pero muchos de ellos no contaban con el suficiente apoyo familiar.

Indicó que por ley no se pueden suspender las terapias que se imparten en cuatro áreas: educativa, psicología, trabajo social y medicina, en donde tradicionalmente se les atiende con un número de citas semanales de acuerdo con una agenda determinada para cada caso en particular.

A pesar de que los chicos tienen una habilidad natural para el manejo de las tecnologías de la información, es mucho más difícil mantener su atención, porque de manera presencial ellos se sienten arropados, tomados en cuenta y entonces se comprometen con la terapia, con las tareas que se les dejan en casa, destacó.

Esta “nueva normalidad” nos está complicando las cosas, pues los plazos y términos se tienen que cumplir por ley, no podemos posponer lo que ordenó el juez, pues se trata de una pena que no implica privación de la libertad, porque se trata de que entiendan que las conductas antisociales los van a meter en problemas.

La criminóloga y criminalista consideró lamentable la respuesta de los padres de familia, pues son muy pocos los que se interesan por la terapia de sus hijos, los que participan en las pláticas, pues hay muchos que ni siquiera se interesan en acompañad a sus hijos menores de edad a las audiencias con el juez.

En este sentido, Gabriela Lucila Estrada dijo que los adolescentes que no reciben el apoyo de sus padres son los que recaen y se convierten en reincidentes, pues ellos mismos dicen “si a mamá no le intereso, pues yo tengo que buscar la forma de tener algún ingreso".

Por eso, desde el punto de vista de los criminalistas, se debe trabajar en la prevención de la violencia, del abandono de los hijos en los hogares rotos, disfuncionales, pues esto favorece que se reúnan con personas mayores, que ya han cometido delitos o que tienen adicciones y es muy fácil que los imiten.

Por eso se trabajaba, antes de la pandemia, con los chicos considerados en riesgo; es decir, aquellos que no han cometido aún algún ilícito pero que provienen de hogares rotos y disfuncionales, llevándoles pláticas a las escuelas primarias y secundarias, ya sea por petición de los directivos del plantel o de los mismos padres de familia que advierten el riesgo, concluyó.